HISTORIA > ESTADOS UNIDOS Y EL ESTABLISHMENT BRASILEñO
El golpe blando contra Dilma Rousseff en Brasil y el avance de la derecha en la región con el apoyo de corporaciones mediáticas y judiciales, alentadas por Estados Unidos, tienen antecedentes. Uno de ellos es el boicot al Tratado ABC.
› Por Julián Blejmar
El poder de influencia de Estados Unidos, sumada a las presiones del establishment brasileño, tuvieron como resultado la frustración del Tratado ABC (Argentina-Brasil-Chile), el primer proyecto de alianza regional sudamericana. Suscripto inicialmente en 1915 para arbitrar de forma pacífica conflictos políticos y comerciales que podían suscitarse entre estas naciones, treinta años más tarde Juan Domingo Perón intentó reflotarlo para conformar un bloque político y comercial. Así, en un artículo publicado en el diario Democracia el 20 de diciembre de 1951, sostuvo que “la Argentina sola, no tiene unidad económica. Brasil solo, tampoco. Chile solo, tampoco la tiene. Pero estos tres países unidos conforman quizá la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva”, agregando luego que, en su concepción, luego del pasaje de los feudos a los Estados-Nación, el próximo paso sería el continentalismo.
El camino de relanzamiento del ABC fue iniciado en 1947, cuando Argentina firmó con Chile un memorándum de intenciones para liberar los derechos aduaneros de determinados productos regionales o aquellos que tuvieran que atravesar el mismo territorio. Uno de los intereses de Perón, era abaratar las compras de hierro, carbón, estaño, y cobre chilenos para la incipiente industrialización. De todas formas, recién en 1953 se rubricó y oficializó el Tratado de Unión Económica Argentino Chilena, no sin antes contar con el visto bueno de Brasil. Sucedía que Perón temía el recelo que podría provocar en este país una alianza binacional, con lo que en 1952 solicitó un encuentro con el presidente brasilero Getulio Vargas para solicitarle su aprobación no sin antes aclararle que buscaría un acuerdo similar con Brasil. Tras el encuentro, sostenido en la estancia Sao Pedro de la localidad de Uruguayana, Perón no solo recibió el visto bueno, sino que incluso fue comisionado por Vargas para que comunicase a los trasandinos que desde Itamaraty se planeaba firmar un tratado de similares características.
Así, el 21 de febrero de 1953, en Santiago de Chile, medio millón de personas asistieron al desfile de más de 4000 militares, donde se oyó a la banda de la fuerza área chilena interpretar la marcha peronista, para celebrar la firma del Acta de Santiago de Chile, instancia inicial del Tratado entre Argentina y Chile. Pero increíblemente, el que debía ser el embrión de un paulatino acuerdo regional que conformaría el bloque ABC, fue también su certificado de defunción. Al día siguiente del acto, el canciller brasileño Joao Neves da Fontoura sostuvo ante todos los medios que “estaba en contra de los pactos regionales, y que ésa era la destrucción de la unanimidad panamericana”. Pocas horas más tarde, el presidente chileno Carlos Ibáñez llamó a Perón para preguntarle retóricamente “¿Qué me dice de los amigos brasileños?”.
La historiografía señala que el débil trabalhismo, sostenido por un gabinete de coalición, limitaba al extremo a Vargas, al punto de desautorizarlo en algunas de sus decisiones. De hecho, un tiempo después de aquel frustrado comienzo, Perón afirmó que Vargas le hizo llegar, por intermedio del director del diario “O’Globo” de Gerardo Rocha, un mensaje privado de disculpas, afirmando que él no pensaba como su canciller Neves, pero que tampoco tenía fuerzas políticas para desautorizarlo.
El telón de fondo eran las sospechas por parte del establishment brasileño, que dominaba el gabinete de Vargas, por supuestos impulsos hegemónicos de la Argentina y sus deseos de convertirse en líder regional. Pero no menos importante fue el temor de esta oligarquía brasileña por ver afectadas sus privilegiadas relaciones con Estados Unidos. De hecho, en 1911, el secretario de Estado norteamericano, Elihu Root, afirmó al embajador argentino en Washington Epifanio Portela que “Estados Unidos no miraría con simpatía una convención por el ABC, e intentaría evitarla por todos los medios a su alcance”, mientras que en un comunicado fechado en 1945, el embajador Spruille Braden sostuvo que se gestaba una alianza argentino-brasileña bajo “la protección de Rusia para oponerse a los Estados Unidos”.
En el citado artículo del diario Democracia, y refiriéndose al primer ABC, Perón afirmó que el mismo “sucumbió abatido por los trabajos subterráneos del imperialismo, empeñado en dividir e impedir toda unión propiciada o realizada por los ‘nativos’ de estos países, ‘poco desarrollados’ que anhela gobernar y anexar, pero con factorías de negros y mestizos”. Las palabras, en referencia al segundo ABC, terminaron siendo proféticas.
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