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Domingo, 14 de septiembre de 2003

La fórmula S+P (Soja + Petróleo)

Por Fernando Krakowiak

Cuando se produjo la devaluación, la muletilla de moda entre los economistas fue que la "salida exportadora" era la alternativa para alcanzar el desarrollo. Entre sus argumentos afirmaron que el tipo de cambio alto impulsaría un resurgimiento de las manufacturas debido al incremento de las exportaciones de bienes con valor agregado. Situación que impactaría sobre el conjunto de la industria local debido al "efecto arrastre", aumentando la capacidad productiva y, por consiguiente, el nivel de empleo. Sin embargo, el nuevo "circulo virtuoso" prometido está lejos de concretarse. El crecimiento de las exportaciones experimentado en el primer semestre del año se sostuvo a partir de la expansión de productos primarios, combustibles y unas pocas manufacturas de origen agropecuario con escaso nivel de elaboración. Sectores con una demanda de empleo casi nula. A contrapelo de esos augurios, la "salida exportadora" profundiza una reprimarización de la economía que beneficia a unos pocos sectores fuertemente concentrados y dominados casi exclusivamente por el capital extranjero.
Durante el primer semestre, las exportaciones aumentaron un 16 por ciento en dólares con relación a los primeros seis meses del año pasado. Debido a un alza del 11 por ciento en los precios y una recuperación del 5 por ciento en cantidades. Sin embargo, apenas 4 de los 25 rubros principales concentraron el 88 por ciento de la suba. Semillas y frutos oleaginosos, grasas y aceites, residuos y desperdicios de la industria alimentaria y combustibles protagonizaron el "auge" exportador, confirmando la fuerte dependencia de productos con escaso o nulo valor agregado. La primarización de la economía no es una novedad en la historia del país, pero lo llamativo es que en los últimos años se agudizó de la mano de la soja y el petróleo. Así es como entre los primeros semestres de 1995 y 2003, los productos primarios y la explotación intensiva de los recursos minerales aumentaron su participación en el total de las exportaciones del 37,8 al 43,8 por ciento.
Según un informe elaborado por los economistas Roberto Bouzas y Emiliano Pagnotta, el índice de primarización que mide la incidencia de los productos primarios y combustibles en el total de las exportaciones muestra una tendencia "claramente ascendente". El índice escaló de forma veloz entre 1989 y 1992, se mantuvo estable entre 1992 y 1997, para luego volver a adoptar una trayectoria creciente a partir de ese año. Entre las causas de la suba se señala el aumento de las exportaciones de combustible, que crecieron del 1,9 al 18,0 por ciento de las exportaciones entre 1986 y 2002, y el estancamiento de los volúmenes de exportación de manufacturas ocurrido en los últimos años.
Junto a la concentración en pocos rubros se evidencia también un amplio control del mercado exportador por parte de las grandes empresas. El 3 por ciento de las compañías dominan el 80 por ciento de las ventas al exterior, relegando a las pymes a una posición marginal. Las cerealeras Cargill, Aceitera General Deheza, Louis Dreyfus, Bunge y Nidera, y las petroleras Repsol, Petrobras y Pan American Energy son las principales beneficiarias de este despegue de las exportaciones concentrado en pocas manos y productos.
El caso de la soja es el más espectacular por el rápido crecimiento y su fuerte incidencia en la balanza comercial. En el último semestre, las semillas oleaginosas y los aceites concentraron el 57 por ciento del aumento de las exportaciones, continuando con una tendencia ascendente que pareciera no tener techo. En las últimas seis cosechas la producción subió de 11,6 a 35,0 millones de toneladas, llegando a abarcar casi el 50 por ciento de la superficie sembrada del país. La aparición de la soja transgénica y su asociación con la siembra directa posibilitó la expansión por sustitución de cultivos e incorporación de nuevas tierras. Laoportunidad llevó a miles de campesinos a desmontar sus tambos y vender las vacas lecheras como carne para ponerse a cultivar soja. Las plantaciones llegaron a provincias impensadas como Santiago del Estero y Chaco, donde la superficie sembrada aumentó más de un 400 por ciento en los últimos seis años.
Sin embargo, los réditos que genera la expansión de ese cultivo tienen un radio acotado. Se reparten fundamentalmente entre los grandes tenedores de tierras, un puñado de comercializadoras, el complejo aceitero y la multinacional Monsanto, única empresa que vende las semillas transgénicas y el herbicida Roundup que utilizan los campesinos. La incidencia que tiene la soja en el empleo es muy escasa. En la pampa húmeda, las cosechadoras desplazaron a miles de trabajadores rurales, mientras que en la industria aceitera por cada millón de pesos de producción se generan apenas 2,2 puestos de trabajo, cifra inferior a los 30 puestos que genera la industria de la madera, los 25 del calzado y los 18 del sector textil.
Los otros dos rubros que impulsaron a las exportaciones también dejan en evidencia la falta de un modelo que expanda sus beneficios sobre el conjunto de la sociedad. El sector de los combustibles aportó 320 millones de dólares más con relación al primer semestre del 2002, pero constituye un enclave concentrado y extranjerizado con efecto escaso sobre el nivel de ocupación. Mientras que los residuos y desperdicios de la industria alimentaria casi no generan valor agregado pese a estar incluidos dentro de las manufacturas de origen agropecuario. En su interior se incluyen los productos utilizados para la alimentación de animales y los pellets, pequeños rectángulos de maíz, papa o trigo que se comercializan como bocaditos, en muchos casos en bolsas a granel.
La primarización se agudizó durante el último semestre debido a la recesión brasileña, que forzó una caída del 19,1 por ciento en las manufacturas industriales enviadas al país vecino con relación al primer semestre del 2002. La disminución es preocupante si se toma en cuenta que entre 1986 y 1998 las exportaciones al Mercosur crecieron a tasas anuales superiores al 20 por ciento, aumento que hizo crecer el porcentaje de las ventas al bloque regional sobre las ventas totales del 13,8 al 41 por ciento en el mismo período.
Hernán Lacunza, director del Centro de Economía Internacional de la Cancillería, afirmó a Cash que "la caída actual es sólo momentánea" y que, cuando la economía brasileña comience a despegar, "la exportación de manufacturas argentinas crecerá de nuevo". Sin embargo, hay quienes sostienen que en los últimos años Brasil tuvo mejoras en su productividad que lo volvieron más competitivo en algunos rubros en los que la Argentina tenía ventaja, como el de electrodomésticos o el metalmecánico. Por lo tanto, si se reactivara la economía brasileña, la tracción de importaciones argentinas sería menor.
Bernardo Kosacoff defendió ese argumento ante Cash al afirmar que "Brasil mejoró en las industrias de proceso y la producción de bienes masivos, lo cual hará más difícil el ingreso de los productos argentinos". El economista Enrique Martínez coincidió al afirmar ante este suplemento que "no hay ni puede haber una expansión de productos industriales en tanto no haya incorporación tecnológica en la industria".
La contracara de la relación con Brasil es el crecimiento de las exportaciones a China, un inmenso mercado que les genera esperanzas a los empresarios argentinos. No obstante, las manufacturas de origen industrial que demanda China son muy pocas. En el último semestre se exportaron apenas 80 millones de dólares por ese rubro, un 8 por ciento menos que el primer semestre del año pasado. Mientras que ingresaron 870 millones de dólares por las exportaciones de productos primarios, experimentando un crecimiento del 204 por ciento en el mismo período. La excesiva dependencia de los bienes primarios podría generar problemas en el futuro debido a la alta volatilidad que experimentan los precios de las commodities en el mercado internacional. Una baja conjunta en las cotizaciones internacionales del petróleo y la soja desequilibraría la balanza comercial rápidamente. Para revertir esa situación, los especialistas recomiendan diversificar los bienes exportables y agregarles valor para obtener mayores ventajas en el comercio externo y generar empleos calificados. Así lo hicieron los países que apostaron a mejorar su nivel de desarrollo. Sin embargo, la exportación de productos primarios sigue predominando en la economía local como cuando Domingo Sarmiento se animó a decir, hace más de cien años, que las vacas dirigían la política argentina.

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Modelo / exportaciones

Cuando se produjo la devaluación, la muletilla de moda entre los economistas fue que la "salida exportadora" era la alternativa para alcanzar el desarrollo.

El crecimiento de las exportaciones experimentado en el primer semestre del año se sostuvo a partir de la expansión de productos primarios.

Combustibles y unas pocas manufacturas de origen agropecuario con escaso nivel de elaboración lideraron el ranking de exportaciones.

La actual "salida exportadora" profundiza una reprimarización de la economía que beneficia a unos pocos sectores fuertemente concentrados y dominados casi exclusivamente por el capital extranjero.

Durante el primer semestre, las exportaciones aumentaron un 16 por ciento en dólares con relación a los primeros seis meses del año pasado.

Sin embargo, apenas 4 de los 25 rubros principales concentraron el 88 por ciento de la suba.

 
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