OPINION > EL ACUERDO CON EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
“El mismo ajuste conocido”
Por Claudio Katz
Integrante del EDI (Economistas de Izquierda)
El acuerdo con el FMI ratifica el congelamiento de los salarios y la jubilaciones, que desde la devaluación acumulan un deterioro superior al 30 por ciento. Como la inflación prevista para el año que viene rondaría el 7 por ciento, esa caída se acentuaría. El gasto público se mantiene en el piso histórico creado por el fenomenal recorte aplicado desde fines del 2001 y que lo ha situado en un nivel muy inferior al promedio internacional.
Algunos comentaristas opinan que esta dureza salarial podría atenuarse si repunta la recaudación. Pero el destino de esa mejoría ya está comprometido en pagos de la deuda. El propio Lavagna reconoció que, si se mide en términos internacionales, el superávit fiscal acordado es superior al 3 por ciento del PBI. Basta recordar que se reforzará el ahogo soportado durante este año (2,5 por ciento) y que el excedente comprometido es mucho más severo que el traumático “déficit cero” de Cavallo de hace dos años. Es sabido que una política de ahorro fiscal conspira contra la reactivación y por eso Bush (h.) ha recurrido al drástico aumento del déficit presupuestario para revertir la recesión. Con el mismo propósito Francia y Alemania se disponen a violar las restricciones fiscales de la Unión Europea y para contrarrestar el estancamiento Japón expande sin pausa el gasto público. Sólo en Argentina se acepta discutir con ligereza el porcentaje de superávit que regirá al cabo de la peor depresión de la historia.
La misma política de ajuste es ahora presentada con mayor sobriedad, porque nadie se atreve a repetir los festejos que acompañaban al “blindaje” de Machinea o al “megacanje” de Cavallo. Pero las interpretaciones invierten la realidad de los hechos. Se habla del “triunfo negociador argentino” y de la “actitud digna” mantenida durante las tratativas como si el superávit fiscal fuera un logro nacional y no una imposición del FMI. Es falso que el acuerdo fue alcanzado por la presión de Kirchner, ya que surgió de una manifiesta exigencia del gobierno norteamericano. Por eso las felicitaciones de la Casa Blanca llegaron de inmediato. En el marco de aislamiento imperialista en Irak y de tensión financiera en Latinoamérica, Bush (h.) decidió despejar los peligros que presentaba un mayor default argentino.
El país no tenía ninguna necesidad de suscribir el acuerdo, porque ya se encuentra marginado del mercado financiero internacional y no recibirá créditos nuevos. En cambio el FMI tenía urgencia por evitar el default, frente a la pérdida patrimonial que le hubiera provocado un incumplimiento que podría haber empujado al gobierno de Bush (h.) a recapitalizar al Fondo con el dinero de los plomeros norteamericanos.