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La Fundación Gobierno y Sociedad, que preside Miguel Angel Broda (“el gurú más cotizado de la city”, según lo denominaba insistentemente el periodismo antes de la catástrofe), dedicó recientemente un encuentro a los economistas del menemismo. Pero antes de escuchar los planes que urden para cuando reconquisten el poder, Broda informó sobre las contingencias del reciente debate sobre la Argentina (convertibilidad, derrumbe y después) que se desarrolló en Boston, por iniciativa de la NBER, u Oficina Nacional (estadounidense) de Investigaciones Económicas. El valorado consultor en realidad no asistió a ese encuentro, pero basó su relato en el apunte que le preparó su hijo Cristian. De todas formas, equivalió a mentar la soga en casa del ahorcado, porque fue en aquella jornada bostoniana donde Anne Krüger, la nummer zwei del FMI, descartó con desprecio la dolarización.
Luego de discutir sobre las responsabilidades en el colapso argentino, expuso Jorge Castro, estratega del menemismo, sobre los avances logrados en diversos capítulos del programa con el que competirá el riojano, admitiendo que el capítulo financiero se encuentra atascado por algunos desacuerdos. Acompañado por economistas como Aldo Abram y Pablo Espartaco Rojo (Jorge Avila no compareció), Castro precisó quiénes están diseñando efectivamente la propuesta, y quiénes alegan estar “pero no empujan el lápiz”).
Entre los interlocutores pudo verse a algunos economistas radicales, y entre ellos a la ex diputada Beatriz Nofal, quien no disimuló su enojo con los colegas que habían acudido a la convocatoria de los Cuatro Notables, el grupo de ex banqueros centrales que encabezó Hans Tietmeyer, que no la incluyó. Lo más relajante del encuentro fue un chiste contado por un menemista en un rincón de la sala. Según la broma, Eduardo Duhalde es una obra del secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, conocido aficionado al arte oriental del bonsai. Como tal, Fernández ha logrado crear un magnífico ejemplar de alcornoque enano.