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Domingo, 22 de abril de 2007

EL BAúL DE MANUEL

 Por Manuel Fernández López

¿Ud. qué hubiera hecho?

Suponga que va en tren, y su misión es custodiar las reservas de oro de un país A. Pero por un flanco avanzan las fuerzas armadas del país B, y por el otro el ejército del país C. ¿Qué hace? El caso no es imaginado y le tocó vivirlo a Esteban Cottely (1905-1995). Abogado en Checoslovaquia y graduado en Comercio Internacional en la Universidad de Viena, en 1937 ingresó al Banco Nacional húngaro. En 1942 estudió en la Banca de Italia. Al regresar a Hungría se le confió la gerencia de Investigaciones Económicas del BN. Cuando era inminente la invasión de Hungría por el ejército soviético, las autoridades resolvieron que el Banco continuase sus funciones y preservase su patrimonio, pero en otra sede, para lo cual se trasladó la totalidad de sus valores –incluso 30 toneladas de oro– y una parte del personal que, con sus familias, sumó unas 600 personas. Empleados y valores viajaron 48 días en un tren, administrado por Cottely, a través de Hungría y Austria, hasta arribar a Spital am Pyhrn, en una cuenta rodeada por montañas de dos mil metros, cerca de los Alpes cárnicos (frontera austro-italiana). Oro y valores se guardaron en la cripta de la iglesia de un viejo monasterio benedictino, donde se alojó el personal y continuó funcionando el banco, bajo dirección de Cottely, encargado también de negociar con sucesivas fuerzas ocupantes. Con la victoria aliada los valores pasaron a Frankfurt y en el verano de 1946 fueron devueltos por EE.UU. al gobierno húngaro, sin deducción alguna. Cottely, cuya esposa era italiana, no regresó a Hungría y entró en Italia, adonde revalidó su doctorado en la Universidad de Roma. Pero la península, con 2 millones de desocupados, le negó el ingreso al Banco de Italia. Ante el peligro de verse cesanteado, por la inminente victoria comunista en los comicios, pidió radicarse en la Argentina. L. Einaudi le dio cartas de recomendación para Agostino Rocca (1895-1978), creador de Techint, y Miguel Miranda (1891-1953), presidente del Consejo Económico Nacional y ex presidente del BCRA. El 14 de mayo de 1948 llegaba a la Argentina. El BCRA fue su refugio muchos años, y le permitió concluir la obra Derecho Bancario, iniciada durante su experiencia en el Banco Nacional húngaro. Nos comentaba en 1964 que en la Argentina encontró un Banco Central muy semejante al húngaro. Claro, ambos eran hijos del creador inglés de bancos centrales, sir Otto Niemeyer.

Afrancesados

Si por afrancesarse se entiende inclinarse a las cosas francesas, incluyendo la lectura de obras provenientes de Francia, entonces la cultura argentina, y en particular la cultura económica, está fuertemente permeada por la francesa. Las más importantes figuras del nacimiento y desarrollo de la nación argentina abrevaron sus ideas en la cultura de la patria de Quesnay. No siempre se trató de autores franceses leídos en francés: también hubo autores no franceses traducidos al francés, y autores franceses publicados en castellano. Veamos casos del s. XIX (entre paréntesis se indica el economista francés leído por el argentino citado). En los años previos a la Revolución de Mayo, Manuel Belgrano estudia francés y traduce textos franceses (Quesnay, Margrave de Baden, conde de C**), el deán Funes lee a fisiócratas (Le Trosne) y en el Consulado de Buenos Aires Francisco Antonio de Escalada cita la obra de Adam Smith según la versión de Condorcet, Le Chapellier y de Peyssonel. En la Representación de los Hacendados, de Mariano Moreno, hay huellas de Juan B. Say. Rivadavia fue admirador de Destutt de Tracy, al punto de designar como “Ideología” la enseñanza filosófica en la UBA. En la cátedra de Economía, Vélez Sarsfield se valió de la obra de Say. En la época de Rosas, Mariano Fragueiro comparte con Echeverría el punto de vista de Saint Simon. Después de Caseros, Bartolomé Mitre enseña estadística por Moreau de Jonnès, Avellaneda y Zavaleta enseñan economía por Joseph Garnier, y Vicente Fidel López se informa a través del Journal des Economistes. Al producirse la crisis de 1873-75, J. B. Alberdi, V. F. López y F. Balbín estudian el fenómeno y aparece como eficaz esquema interpretativo el libro de Clément Juglar, que también se muestra idóneo para estudiar la crisis de 1887-90 en el estudio de Terry. En esta última crisis, J. B. Justo se persuade del valor del conocimiento económico y busca adquirirlo en la obra del ultraliberal Paul Leroy-Beaulieu. El profesor Félix Martín y Herrera, por su parte, armoniza distintas corrientes, entre ellas la cooperativista de Charles Gide. Los profesores L. R. Gondra y H. Broggi, en 1918, ofrecen el primer curso de economía matemática valiéndose, entre otras, de las obras de Cournot y Walras. En esa fecha, el profesor T. Sánchez de Bustamante descubre la imagen geométrica del Ingreso Marginal del monopolio según Cournot.

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