La perspectiva para los próximos meses es que las tasas de interés subirán. Se quebrará así la tendencia bajista que se dio desde la recuperación económica y que llevó que, en general, los créditos costaran ahora menos que durante la convertibilidad. Por diversos motivos, ése es el camino que seguirá el costo del dinero. Algo de esto ya se vio en el mercado: el call (tasa interbancaria) se encareció en las últimas jornadas, y las proyecciones indican que habrá un contagio hacia el rendimiento de los depósitos y los costos de los créditos bancarios.

La tendencia alcista de la tasa no está relacionada, al menos por ahora, con la iniciativa de Roberto Lavagna de subir los encajes bancarios. Lo más probable es que esa medida sea aprobada por el Banco Central recién a comienzos del próximo año. Además, resulta dudoso que, en caso de sea lanzada, la iniciativa tenga un efecto monetario concreto.

Hay por lo menos dos razones que fundamentan el inminente aumento en el costo del dinero:

n Una cuestión estacional. En diciembre se incrementan las necesidades de efectivo de las empresas para hacer frente a los aguinaldos y a las vacaciones.

n Y, en este contexto, el constante expansión de los préstamos. Ante la menor liquidez, los demandantes de créditos pagarán más caro por el financiamiento.

Dada esta situación, también se espera un aumento de las tasas pasivas. Actualmente, los rendimientos oscilan entre 4 y 4,5 por ciento anual, aunque en los bancos públicos se paga menos: alrededor del 3 por ciento. Por los grandes depósitos ya se está pagando más caro (6 a 7 por ciento anual). Lo que se aguarda ahora es que los plazos fijos minoristas rindan entre uno y dos puntos adicionales en las próximas semanas. Para los inversores, los rendimientos continuarán siendo negativos en términos reales.

En relación con los préstamos de corto plazo, que son los que vienen creciendo a un ritmo superior del 20 por ciento en términos anualizados, lo más probable es que se quiebre la estabilidad de los últimos meses. Los últimos datos oficiales dan cuenta que las financiaciones con tarjetas de crédito cuestan alrededor del 26 por ciento anual y los préstamos personales, el 25 por ciento. En estos casos también se espera un ajuste hacia arriba de por lo menos un par de puntos.

En este contexto, en algunos bancos les recomiendan a sus clientes endeudarse a tasa fija en lugar de variable. Siguen el siguiente razonamiento: que si bien esas líneas cuestan más caras, si después no suben las tasas tienen la chance de sacar otro crédito a tasa variable y cancelar el de tasa fija.

Al respecto, un informe del Banco Río-Santander destacó que el crédito hipotecario promedio asciende a 61.600 pesos y es a 12 años de plazo. Aunque en la Capital Federal, como las viviendas son más costosas que en el resto de la Argentina, el monto es un 30 por ciento superior: exactamente de 78.700 pesos.