La búsqueda de inversiones requiere de cierta visión del negocio, pero en algunos casos, también de buen gusto. “El mercado del arte” se presenta como una oportunidad para resguardar el capital. Si bien su acceso no está limitado a un segmento en particular, dado que puede iniciarse en el negocio desde mil dólares, el interesado necesita una orientación previa. “El consumo de arte ya no es una actividad exclusiva de los coleccionistas, en los últimos años se ha transformado en una buena opción para realizar una inversión estable en pesos, que además ofrece la oportunidad de disfrutarla”, asegura Alejandro Corres, vicepresidente de la Asociación de Amigos del Central Cultural Recoleta. El año pasado, el volumen de mercado local ascendió a 125 millones de dólares, según estima el analistas Ignacio Gutiérrez Zaldívar.

La volatilidad que evidencia la economía global le resta atractivo a las inversiones convencionales, mientras que aumenta el interés por aquellas que tengan características diferenciadas, las cuales no son afectadas de igual manera por vaivenes económicos. El Art Index de arte contemporáneo y de posguerra de Mei Moses estima un retorno anual en este tipo de obras en torno del 20 por ciento anual en la década previa al desplome global. Luego de una leve moderación, recuperó posiciones ante la falta de alternativas. De hecho, según las opiniones recogidas por este suplemento, este año se batirán nuevos records en materia de precios y volúmenes operados en arte argentino. En este sentido, el principal comprador de obras locales sigue siendo Estados Unidos. Las subastas alcanzan un precio base de hasta 20 mil o 30 mil dólares.

Sin embargo, hay opciones para casi todos los bolsillos, lo que permite ampliar la oferta de activos que brindan resguardo en contextos de alta incertidumbre. “El abanico va desde los 6000 pesos hasta los 100.000 pesos”, explica uno de los directivos de Galería Palatina, quien alerta que la actividad requiere de “una investigación previa por parte del interesado”. Según su experiencia, no es un rubro que se pueda tomar “sólo con criterio inversor”, como así tampoco el objetivo es “llenar paredes”. “La actividad requiere de cierta actividad intelectual, ya que la adquisición de obras de arte no puede hacerse prescindiendo del gusto del interesado”, afirma el especialista, quien tranquiliza: “No es imposible, el ojo aprende muy rápido”.

Para los que no tengan buen ojo, la opción siempre es previamente consultar libros, visitar museos y ferias y dejarse asesorar por alguna galería de arte. No debe olvidarse que esa inversión estará a la vista, lo que no sucede seguramente con bonos o acciones. Desde la Asociación Argentina de Galería de Arte deslizan algunas pistas para tener en cuenta a la hora de emprender este camino. Las opciones son esculturas, objetos, pinturas, dibujos, grabados, fotografía, arte digital, instalaciones, entre otros; y pueden adquirirse tanto por galerías, como por intermediarios privados. Estos últimos facilitan operaciones individuales, dado que se encargan de conseguir algún título particular. Las galerías ofrecen subastas que acercan las colecciones a los interesados, como la que se hará esta semana en el Centro Cultural Recoleta.

Los principales rasgos de una obra a tener en cuenta son: autenticidad, calidad, rareza, condición, proveniencia y valuación. Todos estos puntos son importantes e influyen en la decisión, aunque existen excepciones en casos especiales. Si un trabajo es extremadamente raro, quizá se acepta un imperfecto estado de conservación. “Cuando los precios están en alza, la idea del arte como inversión gana credibilidad. De cualquier manera, las colecciones armadas con sólo la esperanza de una ganancia financiera generalmente resultan ser inversiones pobres. Las colecciones formadas con pasión e inteligencia son las que resisten la prueba del tiempo, tanto estética como económicamente”, advierten desde la asociación de galeristas

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