FINANZAS › TIMIDA POLITICA DE FINANCIAMIENTO DE LOS BANCOS
Abrir el grifo del crédito
Los depósitos siguen aumentando, si bien a un ritmo más pausado. En cambio, el stock de créditos sigue bajando sin pausa y los bancos no muestran vocación de acelerar una política de préstamos.
Por Claudio Zlotnik
La city dejó de ser una olla a presión. La apertura del corralón, que les permitió a los ahorristas recuperar hasta 90 por ciento de su depósito original, acalló el ruido de las cacerolas. Se cumplieron diez meses desde que se detuvo la fuga de capitales del sistema, y los bancos tienen abundante liquidez. El escenario se completa con una marcada tendencia bajista de las tasas de interés. No quedan excusas para mantener cerrado el grifo del crédito. La mesa está servida. Sólo resta que se sienten esquivas entidades financieras.
Salvo el pequeño resbalón de marzo, cuando los depósitos del sector privado cayeron en 100 millones de pesos, las colocaciones aumentan mes a mes. Aunque en los últimos meses a una velocidad menor que a comienzos de año. Pero lo cierto es que los depósitos crecieron en 2000 millones de pesos, neto del descongelamiento del corralón, en lo que va del año. Y las entidades tienen disponibles alrededor de 19.000 millones de pesos en sus cuentas del Banco Central. Son fondos inmovilizados, que apenas les rinden el 1,5 por ciento anual.
Semejante nivel de liquidez hizo caer las tasas de interés. Hace tres meses, el rendimiento de un plazo fijo a 30 días era del 24 por ciento anual en promedio. Ahora, apenas del 11 por ciento. En las tasas activas también se dio el mismo comportamiento: el costo del financiamiento de corto plazo (30 días) para las empresas de primera línea cayó del 28,1 al 20,1 por ciento anual desde marzo.
Pero ni la enorme liquidez ni la sensible caída de las tasas de interés se tradujeron, por ahora, en un repunte del crédito. Los únicos que salieron tímidamente a ofrecer líneas de corto plazo fueron algunos bancos públicos y otros de capital nacional. Entre los extranjeros sólo existe algún caso excepcional: desde las casas matrices existe la orden de no aumentar la exposición en la Argentina, a pesar de la mejora económica.
De esa forma, los créditos a empresas e individuos no paran de caer. Desde el estallido de diciembre de 2001, el stock de préstamos bajó 44 por ciento. Los más afectados fueron los prendarios y los personales. Y si bien desde que empezó el año se nota un freno en la caída del financiamiento de corto plazo –en especial con tarjetas de crédito–, lo cierto es que todavía ni siquiera existen chances de que las empresas puedan obtener crédito para expandir sus negocios.
La excusa de los financistas es que, como el Gobierno no terminó con las compensaciones, tienen dificultades patrimoniales para incrementar sus activos. Pero más allá de los pretextos, hay algo cierto: si los bancos no em-piezan a prestar será imposible una reactivación sostenida de la economía.