INTERNACIONALES › TRAS LA CUMBRE LULA-BUSH EN LA CASA BLANCA
El doble comodín del ALCA
Lula y Bush, se dice, ocultaron sus diferencias en su cumbre del viernes. Pero éstas no son tan graves como parecen, según esta nota.
Por Claudio Uriarte
Del torrente de zalamerías mutuas con que George W. Bush y Luiz Inácio Lula da Silva se obsequiaron anteayer en la Casa Blanca, sólo quedaron claras dos cosas: 1) que Brasil es un componente demasiado grande de la economía regional y mundial como para que Estados Unidos pueda permitirse que caiga, y 2) que Estados Unidos es un componente mucho más central de la estrategia brasileña de lo que la retórica del Planalto puede sugerir. Porque si la cumbre se distinguió por la elegante evitación mutua de los temas de diferencia entre ambos países –y ambos gobiernos– lo cierto es que esas diferencias han sido grandemente exageradas, están en vías de estrecharse –Irak, por la simple consumación de la invasión estadounidense–, o integran el lote de lo inevitable –Colombia– que no vale la pena subrayar al costo de poner en riesgo los temas más importantes. Que no son, ni de lejos, el ALCA, sino los denodados esfuerzos del Fondo Monetario Internacional –y, por lo tanto, del Tesoro norteamericano– para evitar que la locomotora regional descarrile. Esfuerzos debidamente acompañados por la dirección económica brasileña.
En esta dinámica, el tema del ALCA juega un papel de irónico comodín dentro de las dos manos de poker. Bush y su representante comercial, Robert Zoellick, no cesan de insistir en sus propósitos de lograr el acuerdo de libre comercio regional para 2005, pero en los hechos sus movidas se han reducido a acuerdos puntuales con Chile y Singapur más algunos esfuerzos dedicados a América Central. “Nuestros países se parecen en muchas cosas”, dijo Lula en la cumbre. De hecho, mucho más de lo que sería deseable para un acuerdo de libre comercio. Exportan lo mismo: productos agrícolas, acero, automóviles. Y nadie soñará que Bush desatenderá sus bases electorales para garantizar el ingreso de productos brasileños a la protegida economía norteamericana. En la práctica, la política de Bush ha sido reforzar los aranceles y la protección, no bajarlos. En el curso deflacionario de la economía estadounidense, y con un dólar tendencialmente orientado a la baja, esto debería aumentar.
En el caso de Lula, el comodín también juega un rol político. Si Bush habla del ALCA como taparrabos de su política proteccionista, la resistencia al ALCA es una de las pocas cartas retóricas con que cuenta el presidente brasileño para resistir las denuncias de su ala izquierda contra su política económica. La inexistencia del ALCA favorece estas maniobras.