AGRO
“El avance de la soja es preocupante”
Definición del Secretario de Agricultura, Miguel Campos
Por Susana Díaz
Las medidas que se tomarán para remediar el problema todavía no se han hecho explícitas, pero al igual que en otros sectores del Gobierno, el nuevo secretario de Agricultura, Miguel Campos, comenzó su gestión planteando una de las cuestiones centrales del sector agrícola. Por supuesto, dicho problema no es el que surge de los reclamos de las entidades empresarias del campo, a saber; los supuestos excesos impositivos de un fisco fisiocrático ávido por captar para su provecho el excedente de la tierra, sino uno que probablemente responda a la falta de acción de ese mismo Estado. “El avance de la soja en la Argentina se ha tornado preocupante para la sustentabilidad de la agricultura”, declaró esta semana Campos.
Para el 2003 se espera que las exportaciones de soja alcanzarán los 7200 millones de dólares. Y aunque la cosecha de la última campaña 2002/2003 los valores en juego determinaron que, hasta ahora, sólo unos pocos especialistas se preocuparan por destacar los riesgos de sustentabilidad ecológica. Peligros que dejaron de ser sólo una posibilidad teórica, para traducirse en efectos concretos, como la caída de los rendimientos en distintas zonas del Chaco y de Salta, o la presencia más frecuente de plagas y enfermedades. Pero además del problema ecológico, existe el riesgo económico de una oferta exportable no diversificada, por definición más vulnerable a los cambios de los precios internacionales.
Frente a esta realidad, el secretario de Agricultura señaló que “el campo atraviesa un buen momento para trazar políticas de largo plazo que permitan retomar las prácticas de rotación de cultivos y explotaciones mixtas”. Sobre estas políticas, todavía no hay nada, sin embargo es la primera vez que el titular de la cartera del área reconoce que el monocultivo es realmente un problema que la administración pública debe enfrentar.
Cabe destacar que este monocultivo sojero significó también la retracción de algunos cultivos regionales, como el arroz y el algodón, y el retroceso de la ganadería y de la producción lechera, cuyos efectos ya padece el consumidor en los precios que debe pagar por estos productos.