Dom 07.09.2003
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INTERNACIONALES › REUNION DE LA OMC EN CANCUN

El Club de la hipocresía

Las playas de Cancún serán el escenario para otro encuentro de la OMC. Las potencias económicas pedirán mercados más abiertos al tiempo que mantienen cerrados los propios.

Por Claudio Scaletta

Las playas de los hoteles 5 estrellas de Cancún serán esta semana el escenario para las meditaciones de los funcionarios de los países desarrollados que luchan por el libre comercio. Como lo adelantan los documentos en debate, la reunión de la OMC que se realizará en México pondrá nuevamente en escena viejas contradicciones. Los países europeos y Estados Unidos volverán a proclamar las virtudes del levantamiento de las barreras comerciales siempre que se trate de los productos que ellos desean vender, pero se negarán a tratar aquellos capítulos en los que ejercen, por la vía indirecta de las trabas arancelarias y los subsidios, un acérrimo proteccionismo de carácter precapitalista. Adversarios en algunos ámbitos, como la Argentina y Estados Unidos cuando se trata de subsidios agrícolas, harán causa común contra la UE cuando la materia sean las barreras paraarancelarias con la excusa de los transgénicos. Además, dado que en pocos ámbitos como la OMC el velo legitimador de los poderosos deja pasar tanta luz, allí estarán protestando, como en Seattle, las más variadas ONG, las que intentarán recordarle al mundo que el discurso único no reinará en silencio.
Por las dudas, el Banco Mundial publicó días atrás un extenso trabajo, plagado de estadísticas y gráficos esclarecedores (“Las perspectivas económicas mundiales y los países en desarrollo 2004: cumpliendo la promesa del Programa de Doha”), en el que se proclaman las ventajas para los países en desarrollo de la mayor apertura de sus mercados, por ejemplo, que 114 millones de personas dejarían de ser pobres para el 2015. Si esta predicción se cumple, quienes dejen atrás la pobreza podrán pagar los mayores costos implícitos en los reclamos por las patentes de los medicamentos que los laboratorios multinacionales llevarán al encuentro. Pero lo que resulta llamativo del informe del BM es la descripción del etéreo mecanismo de reducción de la pobreza. Dejando de lado los números, la secuencia es que la mayor apertura produciría un aumento de “la confianza de los inversionistas”. Y ya está. La mayor confianza aumentaría el comercio y se traduciría, a largo plazo, en disminución de la pobreza.
Oficialmente, la reunión de Cancún debería servir para hacer un balance provisional de las negociaciones de la ronda iniciada en Doha, cuya finalización está prevista para el 1º de enero de 2005. Sin embargo, las discusiones comerciales están estancadas por los profundos desacuerdos en los temas principales. Los países en desarrollo ya no parecen dispuestos a continuar con la apertura unidireccional propuesta por las economías centrales, que representan dos tercios del comercio mundial. En el centro de la disputa están siempre los multimillonarios subsidios. El propio informe del BM describe que el agro europeo recibe transferencias por alrededor de 100 mil millones de dólares. Las consecuencias distorsivas de esta ingente masa de recursos son la baja en los mercados globales de los precios del azúcar, los lácteos y el trigo. Indirectamente, como enseñan los libros de teoría económica, los subsidios también aumentan el precio que pagan los consumidores. Estados Unidos, uno de los países que más se queja de los subsidios en Europa, gasta 50 mil millones de dólares en apoyo directo a sus agricultores. El BM destaca, por ejemplo, que “los subsidios que reciben los productores de algodón ascienden a más de 3000 millones anuales, el triple de la ayuda externa de los Estados Unidos a Africa”, lo que reduce “los precios mundiales del algodón y excluyen a los agricultores pobres pero eficientes de Africa occidental”.
En este contexto, el objetivo de los países desarrollados es minimizar la cuestión de los subsidios y utilizar la reunión de Cancún para lanzar una nueva ronda de negociaciones sobre temas no comerciales, como por ejemplo, el tratamiento para la inversión extranjera y la competencia en los contratos gubernamentales. En otras palabras, patear la pelota afuera.

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