Primer dato: En el mes de marzo los industriales lecheros llegaron a un acuerdo de precios con la Secretaría de Agricultura para retrotraer los valores de algunos productos de la canasta básica, como la leche en sachet y el yogur de litro, a los valores de enero pasado. El acuerdo fue por cinco meses y con una cláusula de revisión a partir de los tres, proceso en el que se encuentra actualmente.

Segundo: En los meses de invierno se produce una baja estacional de la oferta que hoy se combina con el aumento de la demanda de exportaciones. Si a fines del régimen de convertibilidad se exportaba el 15 por ciento de la producción, actualmente las ventas al exterior llegan al 30 por ciento. La base de comparación es menor. Mientras a fines de la década pasada se producían 10.000 millones de litros por año, hoy se alcanzan alrededor de 8500 millones. Esto ocurre luego de haberse alcanzado un piso de 7000 millones, cuando en plena crisis se liquidaron tambos y rodeos para pagar las deudas de la crisis y pasar luego a la producción sojera. No obstante, cuando todos auguraban una crisis sectorial más larga los buenos precios internacionales aceleraron la recuperación.

Tercero: La industria láctea adelantó en el Foro Nacional de Lechería que ya no podrá mantener los precios acordados con el Gobierno. Los argumentos fueron la suba del valor de la materia prima, que se paga entre 48 y 60 centavos el litro, junto al aumento del costo de la energía. Además, también pactó con el sindicato del sector una recomposición de salarios de hasta el 50 por ciento hasta fin de año. Esos tres elementos justificarían llevar el sachet de leche de 1 litro de 1,43 a 1,50 peso, así como aumentar todos los derivados en un 3 por ciento.

Cuarto: El secretario de Agricultura, Miguel Campos, le trasladó la inquietud empresaria a Roberto Lavagna, quien, sensibilizado por la inflación de 0,9 por ciento en junio, la rechazó de plano. La consigna que el ministro ordenó transmitir a los empresarios es que si aumentan precios el Gobierno aumentará las retenciones, una amenaza que ha dado buenos resultados en el pasado. Una segunda posibilidad sería el establecimiento de cupos a las exportaciones. Una medida que sonó musical para los empresarios que están seguros de encontrarse entre los que recibirán cuota, pues seguirían exportando sin padecer el efecto precio de las retenciones. De acuerdo a los tamberos, la medida habría sido sugerida a Agricultura por la propia industria.

Quinto: Como lo demostró un comunicado de la Federación Agraria difundido esta semana, los tamberos se alinearon con los reclamos de la industria. Temen que, dada la estructura de formación de precios al interior de la cadena, las usinas lácteas trasladen para abajo el ajuste, reduciendo la mejora conseguida en los precios de la materia prima. Este temor contrasta con los sesudos trabajos académicos que, en fecha reciente, han espabilado a la población sobre maniobras tales como el poder de mercado de las usinas para formar precios. Lo concreto es que en el foro lácteo, la industria “compartió” el problema con los productores.

Sexto: En este escenario la propuesta del sector lechero es que no se indague lo que sucede en su interior, sino en la conducta de quienes serían los grandes ganadores de la pelea: los hipermercados. Los tamberos abogan por una ley que, como ocurre en algunos países desarrollados, obligue a las cadenas a poner junto al precio de góndola, el precio de adquisición del producto. La industria, por su parte, sugiere que una alternativa a las retenciones para bajar precios es la rebaja del IVA.