Las cifras no dejan de asombrar. Las exportaciones de carne bovina podrían terminar el año en niveles similares al record alcanzado en 2005. Fuentes del sector dijeron a Cash que las ventas finales de 2006 podrían quedar cerca de los 1300 millones de dólares versus los casi 1400 alcanzados un año antes. Ello se producirá luego de una gradual apertura de las restricciones al comercio exterior, las que se espera continúen su marcha, siempre con un ojo puesto en los precios internos, donde por ahora no hay alarma: en los primeros nueve meses del año el IPC mostró para el rubro carnes una leve baja del 0,6 por ciento.

En conjunto, los precios quedaron prácticamente congelados y el consumo interno registró un leve aumento interanual del 3 por ciento. En el último informe económico de Ciccra, una de las cámaras que agrupan a la industria frigorífica, se asegura, en base a cifras oficiales, que no se han reducido stocks ni liquidado vientres. Es más, en el agregado se detecta una leve retención de hembras. Lejos de las previsiones alarmistas, los resultados bien podrían incluirse en un manual de política económica que se titule “Un mundo feliz”. ¿Cómo se logró el prodigio? La respuesta exige aproximarse un poco más a los hechos y también, como siempre ocurre en cuestiones económicas, considerar las transferencias intersectoriales de ingresos ocultas en los agregados.

El cupo de exportación, establecido sobre lo exportado entre el 1º de junio y el 30 de noviembre de 2005, subió recientemente del 40 al 50 por ciento, aunque debe considerarse que muchas ventas se realizan por fuera del cupo, como la Cuota Hilton, los termoprocesados y algunas variedades de vacas de conserva. A modo de ejemplo, de las 48 mil toneladas exportadas en agosto, 19 mil fueron por cupo y 29 mil por fuera. Pero si bien las cantidades vendidas al exterior se recuperaron sensiblemente en los últimos meses, todavía se encontraban en agosto en algo menos del 40 por ciento por debajo de las registradas un año antes. En el mismo mes los precios estuvieron, en promedio, cerca del 24 por ciento por encima de los de un año antes, con lo que el valor de la tonelada FOB rondó los 2800 dólares. En el centro de la canasta se ubicaron los cortes de la Cuota Hilton, cuyo precio por tonelada pasó de 8500 dólares a principios de año a más de 11.000 en agosto pasado. La evolución de la Hilton explica buena parte de lo que ocurre con el promedio, ya que los más de 300 millones de dólares que representará este año serán casi un cuarto de las ventas totales.

En materia de consumo interno frenar las exportaciones fue clave. En los primeros ocho meses del año, el consumo representó el 83,6 por ciento de las toneladas producidas –las que cayeron un 6,6 por ciento– un aumento de 7,8 puntos porcentuales respecto de igual período de 2005. Aunque en su momento se trató de una medida extrema que buscaba un efecto disciplinador, no solo en el sector, sino en el conjunto de la economía, es imposible no plantearse el ejercicio contrafáctico de considerar qué hubiese sucedido si, en un contexto de fuerte suba de los precios internacionales, no se hubiese intervenido.

Pero aunque los números agregados muestran que se cumplieron las metas de política económica, algunos ganaron más que otros. Al comienzo de las restricciones, dejando de lado los picos especulativos de los días previos a las medidas, el índice novillo del mercado de Liniers se encontraba en 2,70 pesos por kilo, mientras que en la actualidad, luego de tocar los 2,20 pesos se encuentra en algo más de 2,40 pesos. Al mismo tiempo, en la otra punta del circuito, los valores de exportación crecieron en más de 20 puntos. ¿Dónde está la diferencia?

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