Domingo, 8 de octubre de 2006 | Hoy
E-CASH DE LECTORES
Quisiera que alguien, como usuario del servicio los siete días de la semana, me conteste: ¿quién es el responsable del control de la limpieza en las estaciones, que parecen basureros? ¿Quién controla la distribución y cantidad de bancos en las mismas? ¿Quién decide la iluminación y controla si las bombillas están quemadas? ¿Quién decide las frecuencias que parecen hechas por el enemigo del usuario? ¿Quién decide prender o apagar la calefacción o el aire acondicionado? ¿Quién revisa el estado de los vagones y exige su mantenimiento (una vez me corté con el óxido de una puerta)? Además el personal que custodia las estaciones debería controlar toda su extensión, ya que se quedan cerca de lo que parece una oficina y en los extremos parece territorio de nadie. Quiero aclarar que no tengo nada contra los cartoneros y no estoy en contra de los subsidios, sólo que debería haber (si es que no lo hay) un órgano de control eficiente del destino de los fondos que pagamos entre todos los argentinos.
Alfredo O. Leiton
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El país se endeudó en 500 millones de dólares al 8,4 por ciento de tasa de interés por siete años colocando un bono. Se los veía contentos a los funcionarios responsables de la gestión del mangazo en las fotos aparecidas en los medios. En primer lugar yo no estaría tan contento si estoy pagando el doble de la tasa que pagan los Estados Unidos por sus bonos. En segundo lugar nuestro país tiene una larga y nefasta experiencia en materia de endeudamiento. Desde el primer empréstito contraído en 1824 con la Baring Brothers hasta los contraídos en la década del 90 siempre nos costó carísimo el endeudamiento y no estoy hablando de los intereses que implica todo préstamo sino de sus consecuencias políticas y económicas: pérdida de soberanía, pérdida de recursos y empresas del Estado. En tercer lugar, ¿por qué endeudarnos si las cuentas fiscales dan un superávit record y sobra plata? El más elemental sentido común indica que si sobra plata no me endeudo, invierto más, gasto más, aumento mis reservas. Esto es lo que haría mi vecina de la otra cuadra. ¡Y yo también!
Entonces, ¿cuáles serán los motivos de la alegría que desparrama en la foto la ministra Miceli y su subordinado?
Eduardo Bluvol
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