En las últimas semanas los precios de frutas y verduras, en particular de estas últimas, parecen descontrolados. La gran causa de la carrera alcista sería la “ola polar” que habría hecho estragos en los huertos y afectado irreversiblemente la oferta. Abundantes también fueron las referencias a los precios de las lechugas impulsados por las lluvias. Es verdad que en materia de precios la ley de la oferta y la demanda reina indiscutida, pero quizá convendría no abusar, dejar por un momento el frío de julio y las lluvias de finales de otoño para mirar lo sucedido en el primer semestre en relación con similar período del año anterior.

Considerar un período largo, como un semestre, y compararlo con otro período igual –el mismo semestre del año anterior– despeja cualquier sospecha de influencia de la estacionalidad, uno de los principales factores que distorsionan los precios en los mercados frutihortícolas.

De acuerdo con los números del Indec, y dejando por un momento de lado los problemas de confiabilidad, los precios de frutas y hortalizas crecieron en la primera mitad del año por encima de los promedios de Alimentos y Bebidas y del IPC nivel general.

En el período enero-junio de 2007 respecto de igual intervalo de 2006 el valor promedio de las frutas subió el 14,2 por ciento y el de las verduras el 27,3 por ciento. La comparación para el conjunto de los rubros de alimentos y bebidas, en tanto, muestra un alza del 11,4 por ciento y del IPC nivel general (para el Gran Buenos Aires) del 9,1 por ciento. La tendencia puede explicarse parcialmente –en frutas– por el comportamiento alcista de los mercados externos. Pero esto lejos está de explicar los diferenciales registrados.

Como se aprecia, en un período largo el precio de las verduras triplicó al de la inflación (IPC-GBA). Es posible desconfiar de las cifras oficiales, pero tratándose de alzas de precios, precisamente aquello que se sospecha busca reprimirse, el análisis es más complejo. Los mal pensados podrían creer que es posible que los aumentos sean mayores, pero lo que es muy probable es que en una medición más confiable se mantenga esta relación: los valores de frutas y hortalizas crecen por encima de la inflación promedio.

En materia de distribución, cerca de la mitad de las frutas y hortalizas que se comercian en el área metropolitana pasa por el MCBA, donde la actual administración concentró su política de control de precios. El segundo trimestre del año mostró la continuidad de una tendencia que ya había sido descripta por Cash para los primeros meses de 2007: Los ingresos de frutas y hortalizas al MCBA continuaron reduciéndose, aunque vale reconocerlo, en junio la tendencia mostró un freno relativo. Tomando el semestre completo en relación con igual período de 2006 y en un contexto de expansión del consumo, al Mercado Central entraron, en volumen, un 8,3 por ciento menos de frutas (267.375 toneladas versus 291.515) y un 11,5 por ciento menos de hortalizas (406.192 toneladas contra 459.016). En términos de mercado global, esto quiere decir que fue más la mercadería que saltó el MCBA y los controles de precios –y bromatológicos– implícitos. Las caídas más violentas en las entradas se produjeron en mayo –16,1 interanual en frutas y del 20,7 en hortalizas– con un leve retraso en relación con el pico de intensidad en los controles.

Menos entradas al MCBA, mayores precios al consumidor y ninguna alteración de la estacionalidad. En esas cuestiones se encuentra entonces lo más destacado. Tal vez sea poco para sacar conclusiones terminantes. Lo que sí puede decirse es que no es precisamente la meteorología la que está atrás de los mayores precios. Es más probable encontrar alguna respuesta en el tipo de políticas de control de precios y en el punto donde son aplicadas.

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