Domingo, 17 de febrero de 2008 | Hoy
AGRO › DEBATE POR EL DESARROLLO DE LOS BIOCOMBUSTIBLES
En materia de biocombustibles el país cuenta con ventajas comparativas. Pero al continuar basada en insumos que compiten con la alimentación, esa industria podría enfrentar límites cercanos.
Por Claudio Scaletta
El debate por los biocombustibles es de los tantos que en materia agropecuaria suma a los neoluditas verdes, aquellos que ven en cualquier avance tecnológico en el agro una amenaza contra el medio ambiente. En el límite, asocian todo desarrollo tecnológico con las peores características predatorias del capitalismo. Los neoluditas también se oponen a otras fuentes de energía alternativas, como la hidroelectricidad o la energía nuclear. En el caso particular de los biocombustibles el razonamiento se caracteriza por su linealidad. Que se produzcan “agrocombustibles”, sostienen, implica más demanda de materias primas, más producción en el agro y, en consecuencia, más de todo lo malo que ya existe. Dentro de esta corriente de pensamiento se encuentran algunos economistas que estudiaron durante años cómo funciona el sistema socioeconómico que terminó con las restricciones malthusianas. La misma linealidad, sólo que en el festejo, puede encontrarse en los suplementos sabatinos. Pero también existen los grises.
El Cespa, un centro de estudios de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA que suele suscitar controversias cuando aborda temas vinculados con el agro (la más reciente fue a raíz de un paper que afirmaba que no existe reversión en los términos del intercambio cuando se mira el largo plazo), difundió esta semana un trabajo titulado “Biocombustibles: expansión de una industria naciente y posibilidades para Argentina”, firmado por Jorge Schvarzer y Andrés Tavosnanska. La investigación parte de la premisa de que el petróleo en torno de los 100 dólares significa obviamente un incentivo para el desarrollo de las nuevas formas de energía. En este contexto de escasez y mayor demanda global, que se replica en las restricciones energéticas fronteras adentro, los autores discuten las potencialidades locales para sumarse al nuevo escenario.
Continuando la idea de un trabajo presentado el año pasado sobre la industria aceitera, los autores afirman que en materia de biocombustibles el país no sólo cuenta con ventajas comparativas y know how acumulado en materia de producción de los insumos primarios, sino también para el eslabón superior del circuito, basado en la industria del crushing: “eficiente y de gran escala en el mercado local”.
Luego de abrir el paquete de la situación mundial y de analizar en detalle la oferta local, así como la incidencia de la reciente legislación promocional en su expansión, la investigación considera que si bien la demanda es casi infinita, la oferta, al continuar basada en insumos que compiten con la alimentación, podría enfrentar “límites cercanos”. De aquí la clave de que será el precio del petróleo el que determine la rentabilidad de sus alternativas. Y si bien tendencialmente este precio apunta hacia arriba, la existencia de fallas de mercado y el accionar de los capitales especulativos prometen importantes oscilaciones.
Una segunda clave es que también la demanda tiene mucho que decir. En la medida que sube la demanda de biocombustibles aumenta también los precios de sus insumos, como lo grafican las evoluciones recientes de las cotizaciones del maíz y la soja. Además de constituir un factor de conflicto social, el dato entraña que la magnitud de la demanda puede hacer decrecer la potencialidad de los biocombustibles como alternativa, lo que suma un segundo factor de incertidumbre para el negocio.
Por estos dos factores, entre otros, el trabajo concluye que si bien “la irrupción de los biocombustibles en la oferta mundial es tan impresionante por su magnitud como vertiginosa por su evolución”, no serán las tendencias actuales “por intensas que ellas aparezcan al observador” las que definirán el escenario futuro.
• El grupo Soros informó que invertirá 500 millones de dólares para ampliar en un 25 por ciento su producción porcina en Argentina.
• Durante 2007 el Senasa fiscalizó exportaciones de jugos frutales por 21.014 toneladas y 21.788.000 dólares, mostrando un crecimiento de 2 por ciento en volumen y de 5 por ciento en divisas.
• Los ingresos por exportaciones de productos agropecuarios y alimentos a Africa crecieron un 43 por ciento en 2007, hasta los 2540,2 millones de dólares, informó el Senasa.
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