Central de Embalse
Renace (Red Nacional de Acción Ecologista de la Argentina), desde su postura no-nuclear, entiende que la central nuclear de Embalse, Córdoba, debe ser cerrada y detenerse el camino nuclear argentino. La ONG de la red, Funam (Fundación para la Defensa del Ambiente) de aquella provincia, pidió que se haga una consulta pública después de un año de debate abierto, y que el Estado nacional se abstenga de decidir por los ciudadanos de la provincia, exigiendo al gobierno provincial que encargue una auditoría independiente del impacto radiológico y ambiental de Embalse y que la haga pública. La central estuvo muy cerca de tener un gravísimo accidente al comenzar sus operaciones, en 1983, y ha sido denunciada reiteradamente por sus escapes de agua pesada y tritio radiactivo al lago. Renace se pronuncia contra la extensión de la vida útil de la central nuclear de Embalse. Córdoba ya sufrió la instalación inconsulta del reactor nuclear. La central es una de las tecnologías más peligrosas que tiene Argentina. Si sufriese un accidente grado 7 en la escala del INES (escala que define la gravedad de los accidentes nucleares) habría miles de víctimas y colapsaría la economía del centro del país. Extender la vida útil de la central no es solamente cambiarle los 380 tubos de presión, sino evaluar la capacidad del lago para seguir recibiendo descargas radiactivas. La prolongación de la vida útil de la central debe ser decidida por consulta pública tras un año de debate abierto. La gente tiene que saber a lo que se expone con 20 años más de reactor reacondicionado en marcha. Como el máximo accidente posible de Embalse afectaría a la mayor parte de la provincia, toda la provincia debe opinar. Funam solicitó al gobierno de Córdoba que encargue a un grupo de investigación independiente y sin relación con la CNEA, una auditoría del impacto radiológico y ambiental que produjo hasta ahora la central de Embalse, y que esos estudios sean fiscalizados por ONG, con resultados públicos. También fustigó a la Agencia Córdoba Ambiente por haberse desentendido de lo que sucede en Embalse, ni hacer una auditoría independiente. Tampoco se han preocupado por la falta de preparación de los ciudadanos de la provincia ante un eventual accidente nuclear. A los pobladores de las ciudades de Córdoba, Río Cuarto, Río Tercero y Villa María el gobierno provincial no les proporcionó consignas para protegerse de una fuga masiva de materiales radiactivos. Embalse ya tuvo accidentes. Funam recordó a la opinión pública que la central nuclear de Embalse, provista con un reactor canadiense Candú, ya estuvo muy cerca de tener un gravísimo accidente al comenzar sus operaciones en junio de 1983. Pero los cordobeses recién conocimos este hecho cuatro años más tarde cuando lo publicó la revista alemana Der Spiegel (1987), que accedió a informes reservados de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Luego se sucedieron muchos incidentes, entre ellos:
n Septiembre, 1989. Pérdida de agua pesada al lago de Embalse.
n Diciembre, 1989. Deja de funcionar por problemas en sus válvulas.
n Diciembre, 1995. Daños en tubos de presión y pérdida de agua pesada. La central alcanza un accidente grado 2 en la escala del INES.
n Junio a julio, 1996. Contaminación con tritio radiactivo en el interior de la central.
n Mayo, 1999. Anómala descarga de vapor al ambiente, no radiactivo, producto de una falla interna que activó la válvula de seguridad del recalentador.
n Octubre, 2003. Problema en uno de los generadores de vapor. Fuga de agua pesada al lago de Embalse.
El riesgo no se limita sin embargo al “gran accidente”. Embalse dejará, al final de su vida útil (prevista para el año 2010), unas 125.000 barras de combustible agotado altamente radiactivas, riesgosas por más de 100.000 años. Cuando la cierren, nuestros impuestos deberán pagar décadas de estricta vigilancia. ¿Tiene sentido prolongar 20 años más sus riesgos, y acumular más barras de combustible agotado, altamente radiactivas?
Dr. Raúl A. Montenegro
Biólogo
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