Domingo, 10 de febrero de 2008 | Hoy
E-CASH DE LECTORES
En 2007 se produjeron en el país 544.647 automóviles, un record histórico. Al mismo tiempo, se vendieron unos 564.000 cero kilómetro, otra marca en la materia. A esto hay que sumarle 1,2 millón de usados que cambiaron de mano durante el año pasado. Los autos motorizan al país. La industria automotriz impulsa el dinamismo fabril y el consumo: mientras la actividad manufacturera local creció un 7,5 por ciento en 2007, la fabricación de autos trepó un 25,4. Los fabricantes son aún optimistas y creen que para 2008 se superarán los 600.000 vehículos armados en el país. El parque automotor no para de crecer y ya debe haber superado los 8 millones de vehículos. En otros términos: cada vez hay más y más autos en las calles.
Y habrá cada vez más y más. Las consecuencias no son muy difíciles de predecir: habrá cada vez más embotellamientos, más accidentes, más heridos. Y más muertos. La ciudad se formatea para los autos, no para las personas. Basta con ir al centro cualquier día en una hora pico: cada día se hace más difícil salir de allí. Los autos se han adueñado de las calles y, de algún modo, de nosotros mismos. Porque pareciera que los argentinos sólo desean tener su auto. Según una encuesta de TNS Gallup, el auto es el objeto que más desean los hombres argentinos. Muchos de los automovilistas tratan a sus vehículos como si fueran parte de su familia. O incluso, mejor que a su familia. Pareciera que hay una estúpida escala de status: el que tiene auto se cree mejor que el que no lo tiene. Basta para que el argentino tenga un poco de pelusa en el bolsillo, para que inmediatamente corra a comprarse su querido autito, y deje de lado otras prioridades, como por caso una vivienda. Esto explica el boom de la venta y producción de autos. Según la misma encuesta de Gallup, tres de cada cuatro argentinos desea cambiar su auto. Cuando no lo tienen, quieren tenerlo. Cuando lo tienen, sueñan con uno mejor. Subido a su autito, el argentino se siente un pequeño dios: se siente Fangio, Schumacher y el Flaco Traverso juntos. Esa omnipotencia del argentino estúpido subido a su autito es lo que causa la mayoría de los 20 muertos al día en accidentes de tránsito. Nueve de cada diez varones creen que conducen bien. Por supuesto: los que no se ponen el cinturón de seguridad o los que van hablando con el celular mientras manejan son los otros, no yo. Pocas cosas como el deseo de tener un auto han causado más daño a este país.
Darío Alonso
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