Domingo, 18 de septiembre de 2005 | Hoy
CONTADO
Por Marcelo Zlotogwiazda
A Alfredo Pereyra se le nota que tiene bastante más de 70 años. Hace diecisiete que se jubiló. Trabajaba como encargado de ventas con un sueldo que a su retiro ascendía a 900 pesos, según recuerda. Y como pasivo comenzó cobrando 650 pesos, es decir un 72 por ciento de su última remuneración. Nada mal, por cierto. Pero sucedió que eso que comenzó cobrando quedó congelado por muchos años y sólo fue reforzado con mísero cuentagotas luego de que el estallido de la convertibilidad catapultara una inflación de casi el 70 por ciento. Pereyra cobra hoy 720 pesos, y es tratado por el Gobierno como un privilegiado que, por supuesto, quedó nuevamente afuera del reajuste de 40 pesos que recibieron días atrás los que cobraban el mínimo. “Si esto sigue así, dentro de poco mi mujer que está en el mínimo me va a alcanzar”, dice con una pizca de humor y bastante más de resignación. Tuvo que vender el auto y cuenta con vergüenza que llega a fin de mes con el sostén que su hijo financista le envía todos los meses desde México. Para colmo, pobre viejo, lo poquito que tenía ahorrado quedó licuado por el corralito y el corralón.
Para el conservadurismo fiscal de Kirchner y Lavagna el aumento anunciado el lunes era lo máximo posible, mientras siguen pagándole puntualmente al mismo Fondo Monetario Internacional que en los discursos de campaña e incluso durante la gira por Estados Unidos es demonizado en extremo.
De todas maneras, el desendeudamiento patriótico con el FMI no agota las posibilidades reales de extender los reajustes a cientos de miles de jubilados en la situación de Pereyra, ni tampoco a mantener en ridículos 150 pesos el subsidio a los excluidos del sistema. Hay además razones de excesiva prudencia económica, y en el caso de los planes Jefas y Jefes de seguidismo demagógico. Porque en cuanto a recursos se refiere, el diputado Claudio Lozano acaba de elaborar un pedido de informes para que el Poder Ejecutivo responda cómo va a utilizar los 9000 millones de pesos que estima obtendrá el Gobierno de ingresos adicionales a los presupuestados, a lo que se podría agregar para sumar al pozo de dinero extra disponible la subejecución de partidas (para tener una idea el año pasado este ítem alcanzó los 5000 millones de pesos).
Pereyra seguramente no contribuyó en nada a sostener el proceso de consumo que explica una porción importante de los buenos resultados que acumula en el año la variable “venta de supermercados”: con su ingreso, el de su mujer, y la ayuda de su hijo, es muy difícil que haya sido uno de los que impulsó para que la venta de electrónica y línea blanca subiera un 40 por ciento; en las góndolas se debe haber limitado a comprar alimentos, que en cantidades se vendieron apenas un 2 por ciento más en los primeros siete meses de este año comparado con igual período del año pasado.
Y no hay riesgo de equivocación si se supone que Pereyra y compañía tampoco contribuyeron a sostener el auge de ninguna de las dos actividades industriales que más crecieron en el año, a saber, la fabricación de automóviles y la producción de minerales no metálicos, un rubro absolutamente dependiente del nivel de actividad de la construcción, que respectivamente lideran con alzas del 30 y el 13 por ciento comparando los primeros siete meses de 2005 con los del año pasado.
Respecto de estos últimos dos sectores, el informe mensual de septiembre de la consultora Finsoport incluye algunas consideraciones y datos interesantes. Sobre las posibilidades de que se mantenga el boom de la construcción, advierte que la fuerte revalorización del metro cuadrado que acompañó y/o fue consecuencia del febril ritmo de obras podría aparecer como un limitante, dejando sólo a la obra pública como factor dinamizador. En cuanto a los dos sectores mencionados tomados en conjunto, tienen como denominador común su bajo nivel de utilización de capacidad instalada, con un 42,5 por ciento para vehículos y un 57,3 para productos minerales no metálicos. Por ese lado no hay cuellos de botella a la vista ni urgentes requerimientos de inversión. Pero lo contrario sucede en varias otras ramas, llegando a los extremos de textiles y petróleo que están usando un 84 por ciento de la capacidad, o peor aún en la metalurgia básica donde casi no hay instalaciones ociosas.
De ahí que en estos días el Ministerio de Economía, el de Planificación, y hasta desde la propia Casa Rosada, parte de la energía haya estado destinada a seducir y pedir ayuda al sector privado para provocar un salto en el nivel de inversión, con el objetivo macro de elevar en el equivalente a no menos de 2 puntos del Producto Interno Bruto la tasa de inversión. Es un requisito indispensable si se pretende evitar que los estrangulamientos de oferta terminen por transformar al año en curso en el último de una seguidilla con alto crecimiento.
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