Domingo, 17 de diciembre de 2006 | Hoy
CONTADO
Por Marcelo Zlotogwiazda
“Yo sé que Santa Claus es chino porque cada mañana posterior al festejo de Navidad sistemáticamente me fijo en dónde fueron fabricados los regalos. Los resultados son casi siempre los mismos: aproximadamente 70 por ciento son chinos. He realizado alguna indagación más rigurosa y comprobé que mi familia es representativa del país en su conjunto”, dijo en su última columna el estadounidense Lester R. Brown, presidente del Earth Policy Institute. Como dato adicional, el prestigioso economista y ecologista agrega que más del 75 por ciento de los juguetes que se venden en su país proceden de China, y que lo mismo sucede con 8 de cada 10 árboles artificiales navideños.
En la Argentina la situación es muy parecida. Basta observar en detalle las ofertas para las fiestas: una de las principales cadenas de supermercados publicó el viernes una página entera promocionando 9 juguetes, de los cuales sólo uno no tiene como origen el gigante asiático. La página enfrentada también era publicidad de la misma compañía, pero ofreciendo artículos textiles y vajilla para cocina: lo textil era todo brasileño, y lo otro tenía etiqueta Made in China o Made in India. Nacional, cero. Hasta aquí, lo que puede sorprender no es el origen de las baratijas, sino la dimensión del fenómeno.
Más llamativo resulta otro aviso del mismo día también a página doble de una cadena de artículos para el hogar y electrónica, donde salvo un televisor de fabricación local, las cinco computadoras portátiles, la impresora, otros televisores y los aparatos de DVD eran chinos. Sólo en los últimos dos años la importación desde China de artículos del hogar aumentó 58 por ciento, la de máquinas y equipos industriales se multiplicó por tres, y la de bicicletas, motos y sus partes se multiplicó por seis.
En el seminario anual del programa del grupo Techint de apoyo a las Pymes que integran su cadena de valor, varios de sus directivos plantearon con preocupación el jueves pasado que la balanza del intercambio de manufacturas de origen industrial con China cerrará en 2006 con un déficit del orden de los 3000 millones de dólares, a los que suman otros 6600 millones con Brasil. En el caso de China la balanza sólo está atiborrada del lado de las importaciones, mientras que el platillo de las exportaciones está casi vacío, porque hasta ahora la Argentina sólo supo aprovechar ese mercado para venderle materias primas y manufacturas agropecuarias: apenas un 4 por ciento de los 3500 millones que se exportarán este año serán productos elaborados por la industria. El desaprovechamiento de la excepcional oportunidad que brinda China queda en evidencia en la siguiente comparación: mientras que en los últimos tres años Brasil y Chile más que duplicaron sus ventas, las de la Argentina crecieron apenas 29 por ciento. Además, la Argentina fue de los tres el país que por lejos más sufrió del expansionismo exportador chino.
Pero China no sólo conquista el mercado interno sino también está desplazando a exportadores argentinos de mercados externos muy importantes y ganados con mucho esfuerzo en rubros de altísimo valor agregado. El presidente y dueño de Basso SA, una firma con más de 600 empleados que desde Rafaela provee válvulas a varias de las principales automotrices del mundo, incluyendo a Ferrari, contó a este cronista que una competidora china denominada Huaiji Valve ya le ha birlado clientes en Estados Unidos. “Primero aparecieron con un 20 por ciento de descuento que pudimos neutralizar bajando costo y precio; siguieron con otro 25, que también absorbimos y pudimos mantenernos; pero insistieron con un tercer descuento que llevó el precio original a la mitad, y nos sacó del medio”, contó José Luis Basso. Y eso que se trata de una empresa reconocida por su elevada eficiencia, alta calidad y fuerte inclinación a invertir. Basso exporta cerca del 90 por ciento de los casi 40 millones de dólares que factura, porque en el país “ya casi no se fabrican motores de combustión interna”, se queja.
En el citado seminario, el ex presidente del Banco Central Javier González Fraga pronosticó un 2007 muy favorable en términos macroeconómicos, y en general una visión futura enfáticamente optimista, incluso en materia de comercio exterior y crecimiento de exportaciones con valor agregado. No obstante, no dejó de señalar que “China no va a cometer el error de la Argentina de revaluar su moneda”, que es lo que insistentemente le reclaman los Estados Unidos para equilibrar su monumental déficit bilateral de 200.000 millones de dólares. Sin ir más lejos, es uno de los ejes de la discusión que está entablando en Beijing el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, en el marco del Diálogo Económico Estratégico que se está desarrollando en la capital China entre líderes de ambas potencias. En ese marco, es ilustrativo que Paulson se haya referido a China como “una economía tan grande y con tanto poder que impacienta al resto del mundo, particularmente a Estados Unidos”.
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