Domingo, 25 de noviembre de 2007 | Hoy
CONTADO
Quiso el azar que la denuncia del intento de soborno para abortar el proyecto de ley que obliga a pagar en efectivo lo que se entrega en vales de comida se difundiera el mismo día en que el presidente Néstor Kirchner adelantara que la desocupación bajó hasta el 7,4 por ciento el mes pasado, que es la mitad de la tasa que había hace tres años.
Más allá de la coincidencia, los dos hechos forman parte de un mismo fenómeno. La notable caída del desempleo ha fortalecido el poder de los sindicatos hasta niveles no registrados hace muchísimos años, que lógicamente se traduce en una ofensiva reivindicatoria y despierta la consecuente resistencia empresaria. Y así como el avance sindical transita distintos caminos, los obstáculos que les interponen asumen formas diversas, que pueden ser trabas lícitas que se usan en una mesa de negociación, y también pueden ser ilegales como una coima. La diferencia es de forma, que por supuesto no es una diferencia para subestimar en lo más mínimo. Tampoco es indiferente que los sindicatos hagan valer su fuerza civilizadamente o a punta de pistola. Sin restarles importancia a esas cuestiones, la novedad no es la coima sino el escenario en que ahora se dirime la puja distributiva. Sobornos también hubo durante el gobierno de la Alianza, pero tenían como fin aceitar la aprobación de una ley de flexibilización laboral en un contexto de recesión y destrucción de empleo.
En un ensayo que todavía no dio a luz, Luis Beccaria sostiene que “la recuperación económica que se inició a los pocos meses de la salida del régimen de tipo de cambio fijo –y que se extiende hasta la actualidad, sin vaticinios de serias dificultades que lo afecten en el corto plazo– no sólo fue intensa sino que tuvo efectos también significativos en el mercado de trabajo, especialmente en lo que hace al empleo que creció a una tasa muy elevada”. En el paper titulado Mercado de trabajo luego de la crisis: avances y desafíos, el experto destaca que esa característica de fuerte aumento del empleo (que no siempre se da en fases expansivas) fue el factor determinante en la mejora de dos indicadores sociales básicos como la pobreza y la distribución del ingreso. En particular, Beccaria calculó que dos terceras partes de la caída en el coeficiente de Gini (cuanto más bajo es menos desigual el reparto de la torta) que se verificó entre 2003 y 2006 se explica por el aumento en la ocupación.
En el mismo sentido, el Panorama Social de América latina que la Cepal difundió días atrás revela que la región en su conjunto ha logrado reducir la pobreza y la indigencia a sus niveles más bajos de los últimos diecisiete años, y subraya como uno de los factores principales las altas tasas de empleo que hay en la mayoría de los países. La otra gran causa que destaca el organismo son los planes de transferencias de dinero condicionadas a la atención médica o a la asistencia social que se pusieron en marcha, especialmente el Bolsa Familia en Brasil y el Progresa Oportunidades en México.
Lo anterior no excluye que América latina siga siendo el continente más desigual del mundo, con 190 millones de pobres y 69 millones de indigentes. En cuando a la Argentina, Beccaria señala que si bien el drama laboral que había en 2002 se morigeró bastante, la problemática “continúa encabezando el listado de los desafíos que enfrenta la política económica y social”. Y dado el decisivo impacto favorable que ha tenido el aumento del empleo, advierte sobre la escasa chance de que el ritmo de creación de trabajo se mantenga.
El ensayo de Beccaria es parte de un libro de la Cepal editado por Bernardo Kosacoff, que entre sus otros trabajos compila uno titulado Macroeconomía en recuperación: la Argentina poscrisis de Oscar Cetrángolo, Daniel Heymann y Adrián Ramos, que en una de sus referencias a la puja por el ingreso plantea como un dilema central para el futuro “la tensión entre los objetivos distributivos y los correspondientes impulsos sociales, por un lado, y la demanda de rentabilidad previsible como sustento de la inversión y del financiamiento externo, por el otro”.
Nada dicen sobre coimas.
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