Luego de dos meses consecutivos de caída en las ventas, el gerente de una famosa cadena de comidas rápidas consigue una audiencia con el Papa y le pide un favor:

–Excelencia, necesito que el Padrenuestro diga “danos hoy nuestra hamburguesa de cada día” en lugar de “nuestro pan de cada día”. Si lo hace, donaré 10 millones de dólares al Vaticano.

El Papa le contesta:

–Discúlpeme, pero ésa es la oración del Señor y no la puedo cambiar.

Después de otro mes de terribles pérdidas, el gerente llama de nuevo.

–Excelencia, necesito su ayuda. Donaré 50 millones de dólares si cambia la frase.

El Papa se niega de nuevo, pero el gerente insiste:

–Si usted cambia la frase, donaré 100 millones de dólares.

El Papa se queda en silencio y contesta:

–Lo consultaré y mañana lo llamo.

A la semana siguiente, el Papa reúne a sus obispos y les dice:

–Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que una compañía de comida rápida donará 100 millones de dólares. La mala es que perdimos la ayuda de la panificadora.