La decisión de la Justicia de Ghana de retener la Fragata Libertad a pedido de los denominados “fondos buitre”, el 2 de octubre pasado, le ha provocado al gobierno argentino un gran dolor de cabeza debido a la compleja y difícil situación en pos de liberar el buque escuela. Los intentos del gobierno nacional para lograr destrabar la controversia con el país africano se han centrado, en primer lugar, en una negociación bilateral a partir del viaje del vicecanciller junto con el viceministro del área de Defensa, y en segundo, en llevar el conflicto ante las Naciones Unidas al solicitar los buenos oficios del secretario general de la organización como así también una posible denuncia ante el Tribunal Internacional del Derecho del Mar ante la supuesta responsabilidad internacional de Ghana por violar normas del derecho internacional. Ambas opciones distan de poder obtener algún tipo de resultado satisfactorio. Los escasos vínculos bilaterales de la Argentina con Accra, capital de Ghana, llevan a que los costos para el país africano de tener una postura reticente a cualquier negociación sean casi cero. En materia político/diplomática, la representación argentina está a cargo de la embajada de Nigeria y los contactos políticos bilaterales son casi inexistentes. En el ámbito económico, se observa un intercambio comercial de baja intensidad, que apenas supera los treinta millones de dólares anuales promedio (desde el 2007) según los datos del Centro de Economía Internacional de la Cancillería.

La opción de multilateralizar el conflicto en el marco de la ONU, si bien importante y necesario, es difícil que genere algún tipo de resultado en el corto plazo. La figura de buenos oficios del secretario general sólo intenta acercar a las partes y carece de fuerza vinculante. Por otra parte, toda judicialización internacional es compleja y de extenso proceso, en donde la Argentina deberá evidenciar la responsabilidad internacional de Ghana. Ante el actual escenario adverso que enfrenta nuestro país para sentar a negociar a Ghana, una de las opciones que tiene la diplomacia nacional es explorar la carta brasileña. La relación bilateral de Brasilia y Accra se ha potenciado en los últimos años en el marco de una activa política africana que comenzó Lula en 2003. A saber: 1) desde 1961 Brasil tiene una misión diplomática permanente en Accra; 2) en 2003 el entonces canciller Celso Amorim viajó a Ghana en su primera gira por Africa, en 2005, en 2008 el propio Lula visitó dicho país y en 2006 el presidente John Agyekum Kufuor arribó a Brasilia, indicando una fuerte vinculación política; 3) las exportaciones de Brasil pasaron de 57 millones de dólares en 2002 a 419 millones en 2011 y empresas brasileñas como Odebrecht y Andrade Gutierrez tienen inversiones al ejecutar el corredor Rodoviario Oriental a partir de un financiamiento del Bndes por 200 millones de dólares; 4) Brasil desarrolla distintos proyectos de cooperación internacional en las áreas de salud, agricultura y telecomunicaciones en las cuales intervienen distintos organismos públicos, como la Agencia Brasileña de Cooperación Internacional, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria y el Ministerio de Salud, entre otros.

En este contexto, la Argentina debe involucrar a su vecino, principal socio comercial y aliado estratégico en la controversia con Ghana. La profundización de la interdependencia del eje Buenos Aires-Brasilia en los últimos años, la excelentes sintonía política entre los gobiernos kirchneristas con Lula y Dilma, sumado al reforzamiento de una identidad regional en un orden internacional en plena transformación, amerita un rol activo de Brasil en esta disputa de Argentina contra un pequeño Estado cómplice con los sectores más duros del sistema financiero internacional. Un fuerte compromiso de Brasil con la posición argentina elevaría los costos de Accra de retacear cualquier intento de abordar la controversia y abriría una posibilidad para liberar la emblemática fragata

* Docente de la UNR, becario doctoral del Conicet.