Domingo, 1 de marzo de 2009 | Hoy
OPINIóN › LOS PATRONES DEL CAMPO Y EL ESTABLISHMENT
Por Alberto Daneri *
Si bien mucha gente del campo vive de rentas, históricamente se queja: de los impuestos, de la sequía y de la falta de ayuda gubernamental. Señalan que alimentan al país con sus productos y retenciones. Buscan anularlas, no aceptan perder un centavo y en su discurso autista suponen no necesitar a nadie. Pero callan que ama a sus vacas, sus caballos y sus ovejas porque nunca les piden aumento de salarios.
Dado que Eduardo Buzzi tal vez suma 22.000 pesos mensuales entre la renta del campo que no trabaja y su cargo en la Federación Agraria e igualmente inició otro lockout por la “inestabilidad de los productores”, ¿cómo deberían actuar los tres millones y medio de jubilados que de bolsillo cobran 660 pesos y en marzo tendrán 90 pesos más? ¿Se puede vivir con 20 o 25 pesos diarios cuando superar la línea de pobreza requiere 35? ¿Cuánto escalaron remedios y tarifas? Aunque desde el año 2001 el salario sólo creció 120 por ciento, de aprobarse la 125 el campo habría ganado 500 por ciento más que en el 2001; sin ella recibió 600 por ciento más. Cobos exaltó esa mezquindad. Quizás ignora que en 232 años de vida de Estados Unidos sus vicepresidentes desempataron 244 veces en el Senado: ninguno votó contra el Presidente.
Temiendo perder votos en octubre, ¿el Gobierno tolerará el chantaje de patrones codiciosos que se fingen trabajadores? De fracasar las tratativas, ¿cortarán rutas, habrá desabastecimiento y otra vez subirán 25 por ciento los alimentos? Mientras haya heridas que sanar con el campo, el pasado es el presente. Porque ese establishment siempre se siente dañado. Y exige. En 1944 la Sociedad Rural dijo que su trato con el peón no era de “amo a esclavo” sino de “padre a hijo”. Por eso no tenía domingos libres y ganaba 10 pesos al mes: “Son a veces tan limitadas sus necesidades materiales que un remanente trae destinos socialmente poco interesantes”. El remanente habría permitido al peón enviar sus hijos a la escuela, pero el patrón perdería brazos gratis para la cosecha. Y votos cantados. Perón renovó las reglas ese año con el Estatuto del Peón (aumentó el salario a 150 pesos), hoy perimido por el trabajo en negro. Y en 1946 pidió: “Salten las tranqueras y voten un cambio”. Ya que ni él pudo crear el impuesto a la Renta Potencial de la tierra, aún rige en ciertos sitios la sumisión del film Las aguas bajan turbias.
En contra del mundo, el campo reclama un capitalismo sin regulación; su tierra sube en dólares mientras la urbana baja, siembra soja hasta en las banquinas y Buzzi augura que “este año no habrá trigo suficiente para el consumo local. La escasez llevará a un aumento de precios”. Alineados a su lado, los opositores le juran a su espejo tener alma de líderes, no de seguidores, y sugieren: los impuestos debe pagarlos el consumo. Están dispuestos a ser igualitarios con la gente siempre que la gente (ejemplo: jubilados) no los trate como su igual. Tal vez la Presidenta negocie recordando la profecía de Lenin: “Donde hay libertad para hacer lo que se quiere no hay Estado”.
* Escritor y periodista
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