OPINIóN › “EL CLUB DE LOS ENDEUDADORES”
› Por German Herrera *
Una de las preguntas que se le formularon a nuestra Presidenta durante su visita a Harvard fue por qué Chile, Colombia, Brasil y Perú –los cuatro países de la región mimados por el relato económico ortodoxo– podían crecer sin cepo cambiario y Argentina no. Además de cuestionar el empleo sesgado del concepto de “cepo” para referirse a una política legítima de administración de divisas, la Presidenta sostuvo que Argentina, a diferencia de lo que ocurre en los países en cuestión, enfrenta el desafío de modificar una arraigada propensión a la acaparación de dólares que caracteriza a la sociedad desde hace décadas. De hecho, explicó, Argentina está al tope del ranking de países con mayor tenencia de dólares per cápita por fuera de los Estados Unidos.
Pero existen también otros elementos que permiten cuestionar la falsa imagen (que subyacía claramente a la pregunta) de un modelo latinoamericano de crecimiento armónico versus un esquema desequilibrado y restrictivo. En primer término, hay que destacar que Argentina creció en la última década más aceleradamente que los cuatro países mencionados por el estudiante de Harvard. Nuestra economía se expandió a una tasa media anual de 7,6 por ciento entre 2003 y 2011, por encima del elevado registro de Perú (6,5 por ciento) y muy lejos de las marcas de Colombia (4,7 por ciento), Chile (4,6 por ciento) y Brasil (3,9 por ciento). No es difícil entender que una economía que crece muy fuertemente, además de impulsar la producción y el empleo doméstico, traccionará una mayor demanda de importaciones e impondrá así una mayor tensión sobre las divisas existentes.
Sin embargo, el punto central que distingue a la coyuntura externa de Argentina de los cuatro países mencionados es que nuestro país, aun en medio de la tormenta que supone la crisis global, ha logrado sostener en lo que va del corriente año un considerable superávit en su cuenta corriente, lo cual le permitió al Gobierno continuar avanzando en su objetivo declarado de desendeudamiento.
En los cuatro países en cuestión, la cuenta corriente (que mide las transacciones comerciales y financieras de un país con el resto del mundo) fue deficitaria en 2011 y ese déficit se mantuvo o se agudizó durante el primer semestre de 2012. En los últimos doce meses, Brasil experimentó un déficit en transacciones corrientes de casi 50 mil millones de dólares, equivalente al 2,1 por ciento del PIB. Chile, que terminó el año pasado con un déficit de 3200 millones de dólares en su cuenta corriente, acumula un desequilibrio de 2500 millones en los primeros seis meses de este año, lo que hace dudar que se cumpla la previsión de déficit del 3,3 por ciento del PIB para 2012 realizada por el Banco Central en diciembre. También en Colombia el déficit de cuenta corriente se aceleró hasta alcanzar un 2,7 por ciento del PIB en el primer semestre de este año, según se informó oficialmente la semana pasada. Finalmente, el Banco de Perú elevó significativamente su proyección de desequilibrios en la cuenta corriente para 2012 y 2013 hasta un 3,9 por ciento y un 4,1 por ciento del PIB respectivamente. Argentina, en cambio, exhibió en lo que va del año un saldo favorable en su cuenta corriente de más de 1400 millones de dólares. Parece que en Harvard, tal como sucede con “El Club de los Endeudadores”, que reúne a un grupo heterogéneo de economistas locales, se reniega del desafío que implica combinar los objetivos de crecimiento económico con reducción de la deuda y se desestima el reto que dichos objetivos imponen sobre la administración de las divisas para evitar la restricción externa con la que chocó históricamente la Argentina
* Economista UBA y profesor de UNQ.
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