OPINIóN › BRASIL EN CRISIS
› Por Esteban Actis *
Hasta no hace muy poco tiempo, Brasil era considerado una excepción en su vecindario por ser ajeno a la “polarización política y social” y a”la irresponsabilidad en el manejo de los asuntos económicos”, características endilgadas a la mayoría de las experiencias de la izquierda del siglo XXI. Así, la coalición de gobierno liderada por el Partido de los Trabajadores (PT), primero bajo la conducción de Lula Da Silva y luego con Dilma Rousseff, era percibida como un ejemplo en la búsqueda de consensos en la arena política con los distintos sectores de la sociedad (trabajo y capital) y por implementar una política económica “racional” sustentada en el equilibrio macroeconómico.
Sin embargo, desde mediados del 2013 con la irrupción de masivas protestas callejeras contra algunas políticas del gobierno de Dilma Rousseff, Brasil comenzó un paulatino proceso de conflictividad política/social que hoy se ha transformado en el mayor escenario de crisis institucional al interior de la región, con el agravado de que se trata del actor estatal más importante de Sudamérica.
Si bien el ajustado triunfo de Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales del año pasado auguraba un complejo segundo mandato, muy pocos podrían haber imaginado el actual escenario. Casi un año después de haber ganado el ballottage con el 51,6 por ciento de los votos actualmente sólo el 8 por ciento de los brasileños aprueban el gobierno de Rousseff. Esta situación, sumada al agravamiento de la situación económica, al escándalo de corrupción entorno a Petrobras que salpica a gran parte de la cúpula del PT y a la amplificación y mayor penetración del discurso de la (neo) derecha explican la actual crisis brasileña.
Ahora bien, ante esta realidad, ¿cuáles son los posibles escenarios en torno al actual atolladero que experimenta el gigante sudamericano?
1. Juicio político: desde hace un tiempo los sectores más reaccionarios al gobierno del PT vienen impulsando un juicio político (impeachment) a la Presidenta por su responsabilidad en torno a los casos de corrupción. Para que este avance se necesitan 2/3 de los votos en la Cámara de Diputados. La clave para que este escenario se materialice la tiene el PMDB, principal aliado en la coalición de gobierno. Si dicho partido termina de convertirse en opositor –la Cámara esta presidida por el Eduardo Cunha, político del PMDB, que es un férreo opositor del gobierno de Rousseff– el escenario para Dilma se torna muy difícil. Con los votos del PMBD la oposición estaría cerca de juntar la mayoría necesaria. Es importante destacar que de comenzar el proceso de Juicio Político se aparta al presidente de sus funciones a la espera del juicio.
2. Transición y elecciones anticipadas: como respuesta al primer escenario y ante el avance de la debilidad de Rousseff, el gobierno podría negociar un proceso de transición que se inicie con una cesión de la iniciativa política y de las principales decisiones al PMDB –por ejemplo en la figura del ex presidente Michael Tamer– y pactar un llamado elecciones anticipadas con la finalidad de descomprimir la crisis y que una figura política con mayor legitimidad ocupe el Palacio del Planalto.
3. Recomposición del poder del PT: la actual estrategia de Dilma Rousseff tiene un doble objetivo, por un lado recuperar la confianza de la base del PT y de los movimientos sociales a partir de cambios en el gobierno. Hoy se negocia la posibilidad de introducir como ministro al ex presidente Lula, figura capaz de “surfear” la crisis. Por otro lado, el gobierno intenta lograr el apoyo de la elite empresarial que alguna vez tuvo llegada al gobierno (Bradesco, Gerdau, BRF, entre otros). Este escenario necesita que el ajuste económico llevado adelante por el gobierno comience a dar algunas señales positivas para mejor las expectativas de los mercados.
En definitiva, independientemente de cómo se resuelva la fuerte crisis que hoy atraviesa Brasil, un aspecto debe quedar en claro. Para la maduración de la democracia brasileña y la consolidación democrática de la región, una salida forzada de Dilma Rousseff representaría un grave retroceso, además de convulsionar el escenario político económico de la región. En otras palabras, Brasil no es Honduras ni Paraguay.
* Doctor en Relaciones Internacionales. Docente de la UNR. Becario posdoctoral del Conicet.
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