Domingo, 8 de mayo de 2011 | Hoy
MUNDO FINANCIERO › CANDIDATO A PRESIDENTE DEL BCE
Por Carlos Weitz
“Mamma Mia” fue el título elegido por el periódico alemán Bild para expresar su preocupación ante la inquietante posibilidad de que un italiano pudiera ser nombrado presidente del Banco Central Europeo (BCE), en plena crisis de las deudas públicas de países europeos y con el fantasma siempre latente de una aceleración inflacionaria. En esa nota, publicada en febrero, el diario germánico presentaba un sesudo análisis culinario-cultural-financiero, sosteniendo que a diferencia del resto de los europeos “para los italianos la inflación es una forma de vida, como la salsa de tomate con espaguetis”.
El tema volvió a la tapa de los diarios esta semana, cuando Francia e Italia anunciaron que su candidato para suceder al jefe del BCE Jean Claude Trichet, cuyo mandato vence a fines de octubre, es el actual presidente del Banco Central de Italia: el tano Draghi.
Sin embargo, los prejuicios que algunos sectores del norte financiero europeo le dispensan al supuestamente caótico sur latino no parecen encontrar, en este caso, sustento en la realidad. Analizando con cuidado la biografía del candidato “azurro” para el cargo, se observa que el actual presidente del Banco Central de Italia, Mario Draghi, ha hecho suficientes méritos para ser considerado un profesional confiable para la ortodoxia financiera. Draghi estudió Economía en la Universidad de La Sapienza, para luego doctorarse en 1976 en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Entre 1985 y 1990 llegó a ser director ejecutivo del Banco Mundial y durante la década del ‘90 fue el artífice de la venta de empresas públicas italianas al sector privado, ocupando el cargo de presidente del Comité de Privatizaciones. Bajo ese paraguas y hasta 1999, en Italia se llevaron a cabo privatizaciones por cerca de 108.000 millones de dólares estadounidenses. Entre enero de 2002 y diciembre del 2005, Draghi conoció en profundidad el otro lado del mostrador desempeñándose en el sector privado como vicepresidente para Europa del banco de inversión norteamericano Goldman Sachs, y desde enero del 2006 hasta el presente se de-sempeña como presidente del Banco Central de Italia.
De acuerdo con El País de España, no bien entrevió la posibilidad de suceder a Trichet, Draghi inició un operativo de seducción “dando múltiples entrevistas a medios alemanes, quizá tratando de convencer al gobierno germano de que es un italiano recto y fiable, y que si lo que buscan es un gobernador prusiano y ortodoxo, él es el hombre adecuado”.
La discusión de fondo que agita al mundo financiero desde la última crisis financiera se refiere a cuál debe ser el rol de la política monetaria que debe llevar adelante un Banco Central en un contexto donde los objetivos de la política económica no se circunscriben sólo a la inflación sino que alcanzan también al crecimiento y al nivel de empleo. Sobre este debate, Draghi ha asumido una posición ortodoxa defendiendo la suba en las tasas de interés en la Eurozona para asegurar que no haya desbordes inflacionarios. Si bien este tipo de medidas son música para los oídos de la banca central alemana (Bundesbank), las mismas pueden terminar dañando la aún vacilante recuperación de países como España, Portugal o de la misma Italia. Las señales que Draghi ha transmitido en los últimos meses parecen haber rendido sus frutos, ya que el Bild sugirió la semana pasada que la canciller Angela Merkel estaba dispuesta, o resignada al menos, a aceptar al italiano como próximo presidente del BCE.
En cualquier caso y para poner las cosas en su justo término, en caso de ser designado Draghi pasará a presidir un directorio integrado por 23 miembros donde Alemania se asegurará un rol preponderante. No sea cosa que en algún momento el nuevo monarca monetario europeo empiece a extrañar las recetas (de pastas y salsas) características de su país de origen
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