MITOS ECONóMICOS › LA FáBULA DE LA DECLINACIóN ARGENTINA
› Por Andrés Asiain
En una nota de Noah Smith titulada “Argentina: excelentes economistas, pésima economía” (Bloombergview, 04/08/2015), se menciona el éxito profesional de una serie de argentinos en el mundo académico norteamericano vinculado al estudio de las finanzas. Esa exitosa performance individual de nuestros economistas se contrapondría con el desempeño de la economía en Argentina: “Posiblemente el único país donde las malas políticas macroeconómicas condujeron a una declinación de largo plazo”. La mentada declinación se sostiene señalando que a comienzos del siglo pasado nuestro Producto por habitante era cercano al de las grandes potencias, siendo en el presente bastante más lejano. A ello se agrega una serie de gráficos que muestran la inflación y crisis económicas de las últimas décadas.
De acuerdo al economista norteamericano, el talento de los nuestros no ha podido ser aprovechado para torcer ese “desastroso” rumbo económico por carecer de “una oportunidad” en la tumultuosa vida política y social del país. Los economistas no son buenos para la “comprensión de los vaivenes de la política” y los “movimientos de masas”, y las “mejores políticas macroeconómicas no son buenas si dependen de las peores personas para ponerlas en práctica”. De ahí que un país con instituciones estables como los Estados Unidos haya podido aprovechar un talento argentino que no fue “capaz de curar los problemas de la Argentina”.
Comenzando por la fábula de la declinación argentina, ella se funda en una mirada parcial del “granero del mundo” donde el elevado Producto por habitante no reflejaba el desarrollo económico, sino una estructura económica y social similar a la que presentan algunos emiratos árabes de economías petroleras en la actualidad. A su vez, el derrumbe de ese esquema no provino de la aplicación de “malas políticas macroeconómicas”, sino del cambio en las condiciones del comercio internacional generado por el proteccionismo agrícola de las potencias en el marco de los grandes conflictos bélicos de comienzos del siglo pasado. Tampoco fue malo el resultado de la respuesta criolla al nuevo escenario internacional. Como muestra Eugenio Díaz-Bonilla (Ecomonitor, 27/2/2014), la economía argentina durante la etapa de industrialización por sustitución de importaciones se expandió a un ritmo similar o algo superior al de economías como Estados Unidos, Australia y Uruguay.
La declinación real de la economía argentina, comparada con cualquier otra del mundo, surgió con el último golpe militar, cuando “casualmente” los economistas argentinos con prestigio académico internacional ocuparon puestos claves en la gestión. La aplicación por ellos de políticas inspiradas en las teorías monetaristas de Chicago, como la “tablita cambiaria” de Martínez de Hoz y la “convertibilidad” de Cavallo, derivaron en las peores crisis económicas de nuestra historia moderna. Nobleza obliga señalar que las consecuencias de la aplicación de políticas económicas inspiradas en las teorías que dominan los ámbitos académicos anglosajones también fueron sufridas recientemente por Estados Unidos al estallar la crisis de las hipotecas, cuya onda expansiva continúa asolando Europa.
Por último, el aprovechamiento de la academia norteamericana de los talentos argentinos se vincula al colonialismo que impregna la enseñanza en la academia local, donde se forman especialistas en corrientes académicas foráneas en lugar de profesionales con capacidad de reflexión sobre la economía nacional, junto a las asimetrías internacionales que inducen la fuga de cerebros de la periferia hacia el centro.
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