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En la conmemoración del 162º aniversario de la Bolsa porteña, su presidente, Adelmo Gabbi, se refirió al período de gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner como “el más largo y jamás visto proceso de decadencia de la Argentina”. Luego destacó la resistencia que tuvieron los hombres de negocios, afirmando que “no pudieron con nosotros” dado que “la Bolsa nunca bajó los brazos”. Frente a la presencia de Mauricio Macri, se entusiasmó con el rumbo de la actual gestión: “Me siento esperanzado. Las pizarras hablan y con sus precios muestran que hay un gran futuro por delante”. Por último, cerró su discurso con una demostración mercantil de patriotismo: “¡Hoy más que nunca compro Argentina!”.

Posteriormente, tomó el micrófono el presidente Macri para promocionar su blanqueo de capitales en primera persona: “Tenemos que poner el hombro y que todos sinceremos nuestra posición”. Continuó con una utopía (compartida con la gestión anterior) tan vieja y frustrante como nuestra bolsa, al proponer desarrollar un mercado de capitales “donde puedan financiarse las grandes empresas, pero también las medianas y las pequeñas, para crear trabajo de calidad”. Luego reflexionó sobre la historia nacional afirmando que “pocas naciones tienen una diferencia tan grande entre lo que son y lo que podrían ser”. Por último, arengó a los hombres de negocios con una cita futbolera: “Como decía el querido Bambino Veira, la base está”.

Los discursos señalados son una muestra del poco pragmatismo de gran parte de nuestros hombres de negocios. Si en lugar de alimentar la grieta con dogmatismos ideológicos escucharan realmente a las pizarras, otras serían sus consideraciones respectos a la actual y anterior gestión. Si se analiza la evolución del Merval -un índice que resume la evolución del precio de las principales acciones transadas en la bolsa porteña-, se observa que durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner tuvo en un incremento entre puntas del 1.908 por ciento. Una suba nada despreciable si se considera que en el mismo período la inflación acumulada (según índices provinciales) fue del 870 por ciento. En contraste, durante los siete meses de gestión PRO, la bolsa mostró un rendimiento del 16 por ciento, más de 10 puntos abajo de la inflación registrada en ese período.

Sólo el fundamentalismo conservador del titular de la bolsa puede catalogar al período 2003-2015 como “el más largo y jamás visto proceso de decadencia de la Argentina”. Basta con mencionar períodos de sangrienta represión como la última dictadura militar, con su herencia de endeudamiento externo que terminó en una década pérdida o más bien, robada a nuestra democracia, para mostrar el extremismo ideológico de Adelmo Gabbi. Más allá de sus limitaciones y errores, el período de democracia kirchnerista dejó un incremento del producto entre puntas del 54 por ciento según el propio Indec de Mauricio Macri, además de una fuerte reducción del desempleo y mejora en la distribución del ingreso.

Respecto a la brecha entre “lo que somos y podríamos ser”, su tamaño se explica en gran medida por la fuga de nuestro excedente al exterior. Una problemática que requiere más que sinceramientos, blanqueos y arengas futboleras para su solución. El desarrollo de un mercado de capitales que financie la producción y el trabajo de las empresas de cualquier tamaño, sería sin duda una gran contribución. Aunque difícilmente nuestra bolsa porteña, donde cotizan pocas empresas (en gran parte por el predominio de multinacionales en nuestra cúpula empresarial) y el inversor minorista está a merced de grupos con poder de mercado, pueda afrontar tan importante labor.

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