¿Para el Gobierno el congelamiento salarial del sector público se justifica porque los estatales están en mejor condición que los privados?
–Los trabajadores de la actividad privada sufrieron mucho más que los estatales la flexibilización impuesta en la década del 90. Tuvieron que soportar una caída de sus ingresos y un recorte de beneficios al mismotiempo que les aumentaron las horas de trabajo. Un ejemplo son los supermercados y los shoppings. El impacto al interior del Estado fue menor porque las condiciones de trabajo son más dignas. Por eso cuando surgen reivindicaciones gremiales propongo mirar más allá de la lógica de la corporación de empleados públicos. Sobre todo cuando alrededor tenemos un ejército de cartoneros y piqueteros. No estamos en una burbuja.
Pero hay estatales que ganan muy poco de acuerdo a la calificación que tienen.
–No estoy negando esa situación. Es lógico que se introduzca el pedido de aumento porque ya ha habido dos subas a la actividad privada. Cuando el salario mínimo alcance los 300 pesos hay trabajadores del Estado que van a quedar por debajo de ese piso. Ese es un problema que el Estado va a tener que solucionar. Pero también es cierto que en un sector relevante de la administración pública los salarios son mejores que los percibidos por los privados. Además, hay que obrar con responsabilidad porque un aumento a los estatales nacionales tiene un efecto multiplicador inmediato en las administraciones públicas de todo el país, porque se convierte en un modelo a seguir.
¿Entonces qué piensan hacer?
–Al trabajador del Estado se le pueden mejorar las condiciones de trabajo, la percepción de futuro y algunos elementos de mayor estabilidad que no pasan sólo por la cuestión salarial, aunque no la dejamos de percibir como un problema. Estamos trabajando en una comisión tratando de gestar algo más integral que un mero aumento salarial. Pensamos revisar los distintos tipos de encuadramiento, ver otras modalidades de contrato donde la parte previsional quede a cargo del Estado para terminar con la ficción del monotributo.