¿Qué posibilidades concretas le ven a la formación de redes para utilizar los recursos “científicos” fuera del país?
–Las redes, como instrumento para relacionarse con la diáspora científica, son un fenómeno generalizado en casi todo el mundo y están en la agenda de la política científica en todos los países. Sin embargo, las redes no son la panacea; no todas las experiencias han sido positivas. Además, su tipo ha evolucionado en el tiempo: algunas que fueron muy exitosas en su momento, como la colombiana Red Caldas, hoy están siendo rediseñadas para adecuarlas a los contextos actuales. El éxito de una red parece estar condicionado a que quienes la conforman estén vinculados en torno a una tarea común. Por eso hemos propuesto que en su nueva etapa RAICES estimule redes que integren a investigadores argentinos residentes en el país y en el exterior, con ciertos propósitos comunes como, por ejemplo, elaborar proyectos de investigación para ser presentados conjuntamente a las fuentes de financiamiento.
¿Qué papel deberían tener las instancias estatales en tal articulación?
–El Estado no debe ser el gestor de las redes porque inevitablemente las burocratizaría. En cambio, debe cumplir un papel de estímulo a su conformación, suministrar ciertos apoyos y favorecer el flujo de la información.
¿Qué capacidad y modalidades de vinculación con empresas encuentran?
–No es fácil impulsar la participación del sector privado en las redes, debido a la que los intereses y las reglas de juego de las empresas tienen una especificidad diferente. Sin embargo, si se alcanzara éxito en conformar ciertas capacidades que incluyan a los argentinos que están en el exterior, esto podría facilitar el flujo de conocimientos, aunque no se trata de un tema fácil de implementar.

* Mario Albornoz es Coordinador de la Comisión del Programa Raíces