¿Es posible lograr una integración con Brasil que implique un desarrollo equilibrado para ambos países?

–Es una necesidad. Vamos a tener un mejor futuro juntos que divididos. Lo que pasa es que nosotros no debemos resignar nuestras prioridades en pos de un acuerdo. Brasil debe ser un poco más generoso con su socio menor, como ha pasado en Europa donde los grandes países han sido generosos con los débiles en materia comercial. Si nosotros tenemos que sacrificar fuentes de trabajo la relación no tiene futuro. Tenemos la misma necesidad de crecer que Brasil. Por lo tanto, Brasil no va a crecer a costa nuestra. Si la balanza comercial sigue con la tendencia actual debemos enfrentarnos para explicarle que ese es un camino peligroso.

El ministro Lavagna le acercó una propuesta a Brasil para crear mecanismos institucionales que eviten los shocks producidos por desequilibrios cambiarios o de actividad, pero no hubo ninguna respuesta.

–Nosotros fuimos generadores de ese pedido, pero es cierto que no hubo respuesta.

Hay un plazo de espera.

–No, pero hay señales de paño frío por parte de ellos para sentarse a negociar.

Hay señales, pero en los hechos Brasil negocia poco.

–La tendencia de Brasil es ésa. Tiene un fuerte afán de protagonismo, pero hay lecciones que se aprenden. El puesto que no consiguieron en la OMC es una demostración de que no alcanza con querer. Hace falta negociar.

Sin embargo, Lula acaba de designar como viceministro de Economía a Murillo Portugal, quien fue muy crítico de Argentina desde el Fondo Monetario.

–No sé cuáles son las necesidades de tener a esa persona ahí, pero es una decisión soberana de Brasil. Ahí me parece que el presidente Kirchner puede conversar con Lula sobre el tema, pero en ese caso el que decide es Brasil.