Domingo, 27 de enero de 2008 | Hoy
RESISTENCIA A LOS FONDOS SOBERANOS ARABES Y CHINOS
Por Fernando Krakowiak
El desembarco de los fondos soberanos de países árabes y asiáticos en los principales bancos de Wall Street genera preocupación en Estados Unidos. Algunos temen que ponga en riesgo la seguridad nacional, pues el imaginario popular vincula a los árabes con el terrorismo y a los chinos con el ideario comunista, que supo ser el principal enemigo de Washington antes de la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, y más allá de los miedos que generan los turbantes y la bandera roja, las restricciones al capital extranjero suelen tener una motivación económica, pues Estados Unidos es un país acostumbrado a reivindicar la libertad de mercado en el exterior, mientras aplica el proteccionismo a los que llegan de afuera.
Los primeros que tuvieron problemas para invertir en la principal potencia económica mundial fueron los alemanes luego de que el gobierno sancionara en 1917 la Ley de Comercio con el Enemigo (Trading with the Enemy Act), justo antes de involucrarse en la Primera Guerra Mundial. En 1933 el Congreso decretó que no sólo estaría vigente durante las guerras sino también en “períodos de emergencia” declarados por el presidente, lo que abrió la posibilidad para utilizarla como un arma de presión económica. De hecho, el ex presidente Harry Truman aplicó esta norma en 1950 a la República Popular China y a Corea del Norte. También sirvió para sancionar a Cuba.
En 1988 se aplicó una nueva restricción con la sanción de la enmienda Exon Florio, impulsada para frenar la llegada de capitales japoneses. La norma autoriza al presidente a investigar adquisiciones, fusiones y absorciones de compañías estadounidenses por parte de firmas extranjeras, siempre y cuando esté en juego la seguridad nacional. Cuando la enmienda Exon-Florio se convirtió en ley, el ejecutivo transfirió la responsabilidad de analizar el ingreso del capital extranjero al Committee on Foreign Investment in The Unites States, organismo que había sido creado en 1975. Luego del atentado a las Torres Gemelas, la Exon Florio se empezó a utilizar casi cotidianamente para frenar a todos aquellos inversores que generaran la mínima sospecha. Esta legislación sirvió para que China retirara su oferta de 18.500 millones de dólares para quedarse con la petrolera californiana Unocal en 2005 y un año después se la puso en juego nuevamente cuando Dubai Ports World fue forzada a vender cinco puertos pertenecientes a la empresa estadounidense P&O, que había adquirido recientemente.
Por si eso no bastara, en julio del año pasado el presidente George Bush firmó la Ley de Inversión Extranjera y Seguridad Nacional (FINSA, según sus siglas en inglés), la cual introdujo cambios significativos a los procesos de revisión de inversiones extranjeras contenidos en la enmienda Exon Florio. FINSA se hizo efectiva el 24 de octubre de 2007 y su objetivo es desalentar las inversiones extranjeras no deseadas ampliando los procesos de revisión. Europa busca aplicar restricciones similares, pero todavía se encuentra un escalón atrás.
Los fondos soberanos saben que este arsenal jurídico les deja una posibilidad de crecimiento muy acotada en Estados Unidos. Bader Al-Sa’ad, director del fondo Kuwait Investment Office, se quejó por esta persecución en una entrevista reciente concedida al Financial Times: “Entendemos la preocupación acerca de la seguridad y el avance en sectores sensibles como los puertos. Es legítimo no permitir adquisiciones por razones de seguridad, pero decir que siempre tenés que ser pasivo no es un pedido legítimo. Estamos preocupados acerca de lo que ellos quieren decir cuando piden transparencia. ¿Tendremos que anunciar cada inversión antes de hacerla?”, afirmó.
El secretario general de la OCDE, Angel Gurria, opinó de manera similar en el Foro de Davos el miércoles pasado: “Hemos tenido ya suficiente proteccionismo en inversiones y comercio y ahora estamos agregando proteccionismo, miedos, sobre los fondos sin ninguna evidencia de que hayan hecho algo malo hasta el momento. No hay que sobreactuar. Ellos están ayudando a las inversiones y resolviendo algunos problemas como los desequilibrios globales”, remarcó.
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