Domingo, 24 de agosto de 2008 | Hoy
POLíTICA ECONOMICA
Por Jorge Schvarzer*
La política económica se construye con discursos, que dicen adónde se quiere ir, con medidas o decisiones que implementan esas ideas y, aunque parezca paradójico, con la ausencia de medidas, que sugieren lo que no se puede o no se quiere hacer. Los discursos son esenciales, pero las otras dos pasan de la teoría a los hechos que son la parte “dura” de la realidad.
La cuestión viene a cuento porque el Gobierno ha defendido siempre, en los discursos, la estrategia de dólar competitivo como parte central del proceso de recuperación y desarrollo de la Argentina. Ese discurso era tan convincente para quienes estábamos de acuerdo con el modelo que se podía dejar de lado el lento deterioro del tipo de cambio respecto al dólar que provocaba el avance de la inflación local frente a la escasa variación nominal de la cotización de esa divisa en el mercado de cambios. Al fin y al cabo, el nivel definitivo del tipo de cambio real no estaba definido y resultaba evidente que todavía había margen para mantener un valor razonable.
La aceleración inflacionaria de 2007-2008 marcó el primer momento de preocupación en ese sentido porque resultaba evidente que el tipo de cambio real se retrasaba —al menos en relación a la inflación estimada, diferente a la oficial— pero era evidente que acomodarlo podía afectar las expectativas. La larga experiencia argentina sugiere que si el tipo de cambio comienza a subir habrá muchos dispuestos a comprar dólares, incentivando el alza.
Pero las presiones cambiarias en medio de la crisis provocada por la protesta agraria llevaron al gobierno (¿al BCRA?) a bajar el tipo de cambio nominal. Finalmente, esa baja fue del orden de 5 por ciento, pero contrastaba con la estrategia de tipo de cambio elevado esperada por los agentes económicos. Era un buen golpe a la especulación y mostraba el poder del gobierno para controlar el tipo de cambio. Pero ahora comienzan las dudas: ¿se trataba de una medida coyuntural o era el primer paso de aquellos que quieren atrasar el tipo de cambio porque, para decirlo brutalmente, añoran la convertibilidad? No hay respuesta a esta pregunta pero la ausencia de respuesta es, también, una respuesta. Las presiones de los interesados en el viejo modelo que nos llevó a la ruina están presentes y eso obliga a insistir en defensa del modelo productivo de tipo de cambio eficiente.
* Director del Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina (Cespa)
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