En marzo pasado el Indec difundió el índice de indigencia: el registro fue 5,9 por ciento cuando en el semestre anterior la medición era del 8,2 por ciento. Los ingresos de una parte importante de la población crecen a un ritmo superior al 20 por ciento anual. Los sindicatos consiguen aumentos relacionados con lo que creen que es la inflación real: 25 por ciento. Y el mismo Poder Ejecutivo les otorga a los jubilados aumentos del orden del 20 por ciento anual. Cuando el Indec cruza esos ingresos con una inflación del 8 por ciento, la indigencia cae fuerte. Por ese camino, la indigencia tiende a desaparecer. Sin embargo, registros de consultoras que no están influidas por los negocios de la city muestran otra realidad más creíble. Para el Instituto de Estudios de la CTA la inflación de los últimos doce meses fue del 23,5 por ciento y la evolución del precio de los alimentos, del 36,4 por ciento. Estos registros son similares a los de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). En base a esas cifras, calcularon el nivel de pobreza e indigencia actuales. Si bien el Indec no publica la evolución de los ingresos desde el primer trimestre de 2007, lo deducen porque cuentan con dos de las tres variables de la ecuación: el Indec da a conocer el índice de inflación y el de pobreza. Con esos dos datos deducen el nivel de ingresos. Tomando el nivel de ingresos del Indec, pero utilizando la canasta básica alimentaria y la canasta básica total del Instituto de Estudios de CTA, el índice de pobreza para este centro de estudios para el primer semestre de 2008 es del 27,9 por ciento. Es decir, 11.054.000 personas. Y el de indigencia es del 11,9 por ciento, lo que significa 4.700.000 personas.