CARLOS PINKUSFELD, DE LA UNIVERSIDAD FLUMINENSE
› Por Tomás Lukin
Carlos Pinkusfeld es profesor de la Universidad Federal Fluminense. Es doctor en Economía de la New School for Social Research de Nueva York y trabajó en el Instituto Levy.
–¿Cómo está impactando la crisis en la economía brasileña?
–El impacto está siendo bastante grande, más fuerte de lo que la mayoría de los economistas brasileños podía prever y ciertamente supera lo que el gobierno proyectó en un primer momento. El muy buen desempeño de la demanda interna desde 2004, y su inercia, parecían indicar que aun cuando la demanda externa cayera el crecimiento se mantendría. Lo mismo se esperaba de las exportaciones, pese a que la tasa de crecimiento ya venía cediendo hace algún tiempo. Infelizmente no es eso lo que parece estar pasando. Esa inercia no está y desde octubre todos los indicadores muestran signos de retracción. De todos modos, si la economía brasileña no creciera nada en el último trimestre del año pasado, el PIB aumentaría cerca de 6 por ciento en 2008. Para la Argentina puede parecer poco, pero Brasil no crece a esta tasa desde 1986. Sólo con el efecto arrastre de ese desempeño, o sea si la economía se estancara en 2009, el crecimiento sería del 1,3 por ciento.
–¿Y cómo es el impacto en el sector financiero?
–Esta crisis no alcanzó de forma significativa al sistema financiero brasileño. Esto se debió, principalmente, al sector externo de la economía. Brasil, y su sector financiero privado, no se estuvieron endeudando en dólares de manera excesiva. Así, a pesar de las bajas tasas de interés internacionales, la restricción del crédito a nivel global por la fuga de la liquidez hacia el sistema norteamericano no tuvo impacto sobre la liquidez del sistema nacional. Existen impactos localizados sobre créditos a las exportaciones en algunos bancos, pero nada sistémico, nada que la intervención del Bacen y Bndes no pueda resolver. Quienes tienen problemas financieros son algunas grandes empresas como Sadia (alimentos) y Aracruz (pasta de celulosa), que por ser exportadoras apostaron en el mercado de futuros del dólar a la apreciación.
–¿Cuán importante es el déficit en cuenta corriente?
–En el período reciente Brasil consiguió una cosa inédita: combinar crecimiento razonable con superávit en las transacciones corrientes. Entre otras cosas, eso permitió una fuerte acumulación de reservas. Pero en 2008 esta tendencia se revirtió. Esto se debió al crecimiento menos robusto de las exportaciones y a un crecimiento muy fuerte de las importaciones gracias al tipo de cambio apreciado. Además existió una explosión de las rentas remitidas al exterior que sorprendió a todos. Muchos esperan que este año baje, porque el tipo de cambio ya no está tan apreciado. Yo no estoy tan seguro. Si se mantiene puede contribuir a nuestro mayor drama, el crecimiento excesivo del déficit en cuenta corriente.
–¿Qué puede pasar si esta situación no se revierte?
–Va a fijar un techo para el crecimiento de la economía y abre las posibilidades de nuevas presiones sobre el tipo de cambio. Obviamente que todas estas conjeturas dependen del comportamiento del sistema de crédito internacional. La fuerte entrada de capital y de inversiones extranjeras directas, que permitieron acumular buena parte de las reservas entre 2007 y 2008, están comprometidas en el escenario internacional actual. El deterioro de la cuenta corriente como consecuencia de una caída en el superávit comercial, dadas las eventuales dificultades de financiamiento, puede representar el principal problema de nuestra economía en 2009. Si se configura un cuadro de restricción externa muy fuerte, ahí las políticas fiscales y monetarias expansionistas están fuera del horizonte del gobierno.
–¿Como cree que va a evolucionar el tipo de cambio?
–Es muy difícil hacer un diagnóstico en el medio de la tormenta. En el cortísimo plazo el dólar pareciera haberse estabilizado en la banda de 2,20-2,30 reales. En un primer momento hubo un overshooting (sobrerreacción) causado por las presiones del sistema financiero para obtener inmensas ganancias en el mercado de futuros. En cuanto a la inflación, la presión del tipo de cambio ha sido contrapesada por el movimiento opuesto en el precio de los commodities.
–¿Cómo evalúa las respuestas del gobierno de Lula frente a la crisis?
–Hasta ahora el gobierno viene procediendo de una forma correcta en términos de políticas de corto plazo. A pesar de las demandas irracionales de la derecha, el gobierno no salió cortando gastos indiscriminadamente. El Bando Central ha tomado medidas de apoyo a la liquidez interna, bajando los encajes, y utilizando las reservas para ayudar a las empresas en dificultades, principalmente en el frente externo. Ya disminuyó las tasas de interés, que de cualquier forma continúan altísimas. No debe olvidarse que en Brasil la tasa de interés básica impacta directo en el corto plazo sobre los gastos del sector público. Su mayor impacto es redistribuir renta para los ricos. La tasa de interés debe continuar bajando.
–Para algunos especialistas, la crisis abre una posibilidad para un nuevo modelo de desarrollo. ¿Qué piensa usted?
–El problema central de política económica de Brasil hoy en día es una combinación de vectores. Hay un limitado abanico de opciones para políticas alternativas en el corto plazo y por otro lado ningún consenso en dirección de una alternativa. En el campo macroeconómico también podría comenzar a pensarse en combinar una tasa de interés menor con menor superávit primario. Infelizmente ahora esa opción puede encontrar resistencias de corto plazo por el eventual retorno de una fuerte restricción externa. Obviamente, Brasil en 2009 no es el mismo que en 1998, pero en el corto plazo sus alternativas parecen reducidas y en el largo, alternativas de modelo de desarrollo no parecen estar sólidamente colocadas para el debate entre los sectores progresistas y de izquierda.
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