ENTREVISTA A HA-JOON CHANG, DE CAMBRIDGE, Y A JORDI CATALáN, DE BARCELONA
› Por P. E. y G. H.
Dado que el gobierno español carece de autonomía monetaria y cambiaria, ¿por qué no se apostó por una expansión del gasto fiscal para sobrellevar la crisis?
Ha-Joon Chang: –Desafortunadamente, España tampoco cuenta ya con demasiada autonomía fiscal, porque es dependiente del sostén de la UE para afrontar los servicios de su deuda pública. Es absurdo que la UE, y en especial los alemanes, insistan en que España recorte su gasto social cuando la fuente de los déficit no son los excesos en ese rubro sino el dinero empleado en los rescates financieros y la caída de los ingresos impositivos generada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, en cuyo desarrollo participaron intensamente los alemanes y otros europeos del norte a partir de la compra masiva de propiedades, en muchos casos por motivos especulativos.
¿Cómo una estrategia basada en la flexibilización laboral podría inducir la demanda de trabajadores?
Ha-Joon Chang: –La literatura sobre la flexibilidad del mercado de trabajo asume que no existe un problema de demanda agregada y que la única traba que restringe la creación de empleo es el elevado costo de despido. Es muy poco realista incluso bajo mejores circunstancias, pero en una situación como la que actualmente atraviesa España –donde hay una deficiencia absoluta en la demanda efectiva– es un argumento completamente inútil. Reducir los derechos laborales y facilitar el despido podría aumentar marginalmente las contrataciones por parte de algunas empresas, pero no resuelve el problema de una demanda efectiva insuficiente. En el largo plazo, puede incluso reducir los incentivos para que los empresarios inviertan en los trabajadores, por ejemplo en capacitación. Si reducir los derechos laborales fuera tan positivo, todos los capitalistas europeos deberían trasladarse a Haití o Guatemala. El hecho de que no lo hagan muestra que el argumento sobre la “flexibilidad laboral” es básicamente un arma política contra los derechos de los trabajadores.
Jordi Catalán: –La crisis no ha sido provocada por los asalariados sino por la enorme especulación inmobiliaria, por las instituciones financieras que han prestado de una manera descontrolada, y por determinadas decisiones políticas. No creo, entonces, que en términos de justicia social sean los asalariados los que deban pagar la crisis. Y, por cierto, en España las condiciones de trabajo han tendido a empeorar en los últimos diez años, con lo cual muchas categorías profesionales ya han bajado sus salarios reales. Hace poco se recortaron los salarios nominales en la función pública, un hecho que no ocurría en España desde el final de la Guerra Civil, cuando Franco ordenó retrotraer los salarios nominales al nivel de 1939. La historia económica ofrece numerosos ejemplos en los cuales se observa que los modelos de crecimiento apoyados en salarios muy bajos tienden a eliminar los incentivos para mecanizar y tecnificar el sistema productivo. Por eso, rebajar los salarios es una carrera hacia ninguna parte. Tal como sucedió en la Argentina con la convertibilidad, la actual crisis expone los graves problemas que representa para una economía como la española estar atada a través de su moneda a otras economías de mayor productividad. Al mismo tiempo, la cuenta corriente de España exhibe un déficit de largo plazo, financiado hasta ahora principalmente por bancos alemanes.
¿Estos problemas estructurales pueden solucionarse dentro de la unión monetaria?
Jordi Catalán: –Hay, en efecto, similitudes entre la última crisis argentina y el escenario español actual. Desde mi punto de vista, la adopción española del euro ha sido un claro error y así lo expresé antes de que se produjera la unión monetaria. La devaluación de la peseta tuvo siempre la virtud de corregir los desequilibrios externos y distribuir el ajuste de manera relativamente equitativa. España logra salir de varias crisis importantes en la segunda mitad del siglo XX devaluando. Ocurrió en el ‘59, en el ‘67 y también en los ‘70 y los primeros ‘80, en el contexto de la fuerte crisis que acompañó a la transición política. Finalmente, de la crisis de 1992 –la última antes de la actual– nuevamente se sale devaluando. Algunos países, como Suecia o el Reino Unido, aprendieron las lecciones y salieron del Sistema Monetario Europeo, manteniendo su soberanía monetaria hasta hoy. En cambio, los países latinos de Europa, con la fe del converso que los caracteriza, se vincularon al euro renunciando al mecanismo del ajuste devaluatorio en tiempos de crisis y exponiéndose a ajustes más duros, tal como ocurre actualmente. Hoy se manifiesta la dificultad que supone sortear las asimetrías entre los distintos países del euro y se observa que la renuncia a la soberanía monetaria sin una política fiscal común perjudica a las naciones más débiles.
Ha-Joon Chang: –Los ejemplos de Argentina y España muestran que una unión monetaria sólo puede funcionar bien cuando existen grandes transferencias fiscales compensatorias. El problema con el caso español es que se dio la unión monetaria con transferencias fiscales insuficientes. España debería o bien abandonar la unión monetaria –como hizo la Argentina cuando salió de la convertibilidad– o bien demandar mayores transferencias fiscales. Ninguna de las dos opciones son probables por motivos políticos, con lo cual España continuará atravesando una situación muy difícil.
¿Cuáles serían las principales políticas de corto plazo que España debería adoptar en este contexto?
Jordi Catalán: –A corto plazo debería negociarse una quita de deuda. La sociedad española –y también la griega, la irlandesa, la portuguesa–- enfrenta muy altos niveles de endeudamiento. Obviamente, los bancos alemanes y franceses presionan a sus gobiernos para cobrar. Pero la historia muestra que forzar a cualquier precio la devolución de los grandes niveles de deuda ha provocado el empeoramiento de la vida de la gente hasta extremos bastante dramáticos. Pasó en Europa después de la Primera Guerra en detrimento de los alemanes y también ocurrió en América latina en los ‘80. En estos episodios fue necesario acudir a quitas de deuda y esto mismo es lo más razonable actualmente. A la vez, no hay que cargar exclusivamente en los asalariados el costo de la crisis sino, sobre todo, en quienes la han provocado: los bancos y las cajas de ahorro de España y también en sus acreedores externos, en reconocimiento de que han hecho malas operaciones.
Ha-Joon Chang: –Abandonar la moneda común sería la única acción que cambiaría algo en forma significativa. El principal motivo por el cual Islandia comenzó a recuperarse de la crisis más rápidamente que Irlanda o España es porque no pertenece a la Zona del Euro y pudo devaluar. Fuera de eso, España debería insistir en que los acreedores acepten una quita, como sucedió con la renegociación de la deuda argentina
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