DIFERENCIAS DE ASIA Y AMéRICA LATINA
› Por Fabian Amico *
La idea de “estructura desequilibrada” revela una gran diferencia entre Asia y América latina. En Corea o en China, la devaluación fortalece y unifica los intereses productivos en torno a objetivos industriales. Sin embargo, en Argentina o en Brasil las clases sociales se dividen en la fijación del tipo de cambio, y una paridad cambiaria pro industria encuentra oponentes poderosos.
Un tipo de cambio alto, sin retenciones a las exportaciones agrarias, implica un salario real más bajo y crea un conflicto con los trabajadores. Así, dado un nivel de renta, la apreciación cambiaria es funcional al aumento de los salarios reales. Aunque la industria pierda competitividad, es favorecida en el corto plazo por el mayor consumo derivado del alza salarial. De este modo, la alta competitividad “natural” del agro impone un gran obstáculo a la reorientación exportadora de la industria: se requiere un gran sacrificio de ingreso para lograr costos competitivos internacionales con una devaluación, y el “costo de oportunidad” de reorientar la política es mayor en tanto el sector primario sea relativamente más “productivo”.
En Asia, tipo de cambio alto y salario bajo eran una fórmula forzoza para sortear la restricción externa y crecer. No es así en Argentina o Brasil, donde la economía puede tolerar largos períodos con apreciación cambiaria y donde los ciclos de precios internacionales tornan la motivación por el desarrollo industrial aún más débil e inconstante.
Esto conduce a un tipo específico de conflicto distributivo. De un lado, el sector tradicional-financiero aspira a controlar la inflación a toda costa y busca una integración internacional primaria. La industria se beneficia del tipo de cambio “alto” y de altas tasas de crecimiento, pero teme la intervención estatal y la indisciplina de los asalariados. Los trabajadores, finalmente, buscan salarios más altos y expansión del empleo. A nivel agregado, se genera así una fuerte presión hacia la apreciación cambiaria. El legado de Diamand nos advierte que esta “estructura desequilibrada” puede ser una trampa persistente que revierta las fases de auge hacia un modelo de inserción primaria, alternando prosperidad y recesión al ritmo del mercado mundial, y reeditando, bajo nuevas formas, los viejos ciclos de stop and go
* Economista e investigador de la Universidad Nacional de Luján.
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