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El hecho de que a nivel agregado no se perciba un cambio en el perfil industrial derivado de un proceso de intensa sustitución de importaciones no quita que se verifiquen casos de interesante recuperación de capacidades destruidas con el neoliberalismo, además de la aparición de nuevas actividades intensivas en conocimiento. Dichas situaciones se relacionan con políticas específicas de estímulo, en lugar de vincularse con el impulso horizontal del régimen cambiario y la expansión de la demanda agregada. En ese sentido, YPF puede tener un rol crucial como plataforma de expansión de la industria metalmecánica nacional.

En Realidades y desafíos de la industrialización argentina, publicado en febrero de este año por el Centro de Estudios de la UIA, Diego Coatz y Fernando Grasso muestran avances en materia industrial. Resaltan el crecimiento en la elaboración de motocicletas a partir del régimen especial Ley Nº 26.467, como incipiente esfuerzo sectorial, segmentos de bienes de capital y metalmecánica en general y la recuperación de los astilleros con la sanción del Decreto 1010/2004, junto a la reapertura de la carrera de Ingeniería Naval y facilidades crediticias para ese sector.

También subrayan que el proyecto de expansión de la televisión digital permitió desarrollar capacidades propias, junto a los avances en la industria cinematográfica. En el plano nuclear, destacan la terminación de Atucha II y el proyecto del reactor Carem, de diseño argentino, entre otros. “En etapas previas, este tipo de iniciativas industrialistas estaban casi ausentes y predominaban los procesos de destrucción de capacidades”, explican. Agregan que ha habido avances en biotecnología, genética, algunos segmentos de la electrónica, agroquímicos, farmacia, maquinaria agrícola y equipamiento médico.

Fernando Porta, profesor de la Universidad Quilmes y experto en temas industriales, explicó a Cash que “el énfasis debe ponerse sobre una sustitución de importaciones calificada, trabajando no sobre sectores completos sino líneas de producción, en bienes intensivos en conocimiento”. Los sectores con más alto componente importado son motocicletas, bicicletas y otro tipo de transporte, aparatos de control y distribución de energía eléctrica, vehículos automotores (que explica buena parte del déficit comercial industrial), productos químicos, fibras sintéticas manufacturadas y receptores de radio y TV.

“Hay estudios que muestran que hay posibilidades de sustitución para un 40 por ciento del equipamiento importado. Eso requiere de políticas específicas”, agrega. Vincula la dificultad para avanzar en la sustitución de importaciones con la estrategia de las multinacionales, la destrucción de capacidades en los ’90 y una carencia de proyección de largo plazo por parte de las empresas a raíz de la lógica rentística heredada.