¿Qué estrategia vislumbra desde el gobierno de Estados Unidos hacia la región?

–Ellos creen que todos los gobiernos de la izquierda se van a ir, aunque no sea inmediatamente; saben tener paciencia. En Paraguay se puede ver lo que ocurrió cuando se dio la oportunidad: ellos apoyaron el golpe de Estado. En Paraguay, en Honduras y en Haití hubo golpes apoyados por el gobierno de Estados Unidos.

¿Qué objetivo económico subyace al apoyo a los golpes de Estado y a la desestabilización de estos gobiernos?

–No creo que se deba fundamentalmente a intereses económicos. Eso es lo que cree la mayoría de la izquierda, pero yo no.

¿Qué lo diferencia de esa idea?

–Que, en Venezuela, las empresas Exxon Mobile y Chevron Texaco –dos de las compañías más poderosas en los Estados Unidos– no querían que se concretara el golpe de Estado en ese país en 2002. Y el Departamento de Estado lo organizó sin importarle esas opiniones. Así que no creo que sea sólo una estrategia económica; ellos quieren poder, eso es lo importante. Sienten que si pierden el control de América latina pueden perder el control en otras partes del mundo.

Pero si se trata sólo de un control de tipo político, ¿cómo evalúa, en este marco, los acuerdos bilaterales que Estados Unidos impulsa con algunos países de la región?

–Eso es diferente. Los Tratados de Libre Comercio (TLC) o la política de Estados Unidos dentro en la Organización Mundial del Comercio (OMC) son manejados completamente por compañías. Esto coincide con otras políticas que en este momento están intentando dividir a América latina, como el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (en inglés, TransPacific Partnership TPP). Esas sí son políticas manejadas por las corporaciones