Domingo, 27 de diciembre de 2015 | Hoy
Por Mercedes Marcó del Pont *
En estos momentos, donde no se encuentran las palabras para despedir a tan entrañable amigo, me pregunto cómo “querría Héctor que lo recuerden”. Como un hombre extraordinario, que lo era, le habría parecido pretencioso. Un buen tipo, gran amigo, leal, coherente y comprometido de cuajo con las luchas nacionales y populares, quizá le habría gustado más. Lo cierto es que Héctor Valle pertenecía a ese reducido grupo de intelectuales, de los que se cuentan con los dedos de una mano, que hacía un culto de la coherencia a la hora de pensar la realidad. La honestidad intelectual y su gran valentía son rasgos que lo acompañaron durante su vida profesional y política.
Fue un animal político y desde la economía desplegó su militancia. En 1978 fundó con Rogelio Frigerio FIDE, y en el auge de la hegemonía del pensamiento único, fue un luchador implacable en contra del neoliberalismo. Tenía una capacidad enorme y una certera intuición nacional para analizar la realidad en su contexto histórico. Para identificar, sin voluntarismos, las contradicciones del capitalismo frente al desafío del desarrollo y la equidad. Poseía una enorme capacidad para someter a la reflexión crítica no sólo las “verdades reveladas” de la ortodoxia, sino también aquellos planteos heterodoxos que ignoran la lógica de funcionamiento del capitalismo. Debatíamos mucho sobre esto en los últimos años. Su compromiso con el proyecto político iniciado en el 2003 no dejaba lugar a las autocomplacencias a la hora de señalar la urgencia por planificar el desarrollo. Insistía incansable en la necesidad de definir las prioridades de la industrialización, identificar las fuentes de la acumulación de capital que la tornaran viable, conocer quiénes eran los actores empresarios dispuestos a ponerse al hombro este desafío y a partir de ese marco redefinir dialécticamente el rol del Estado.
Estaba triste, como tantos argentinos, con la derrota electoral del 22 de noviembre y no ocultaba la amarga convicción de que venían tiempos difíciles para el proyecto nacional y popular. No obstante, estaba decidido a reencauzar la pelea. Apenas unos días previos al ballottage, optamos por no esperar y sacar nuestra revista de FIDE y fijar posición. Héctor escribió: “deseamos opinar ante un evento que es de trascendental importancia para la Nación y hacerlo coherentemente y desde la ideología del desarrollo, con la que guardamos un compromiso histórico. No llegamos ayer y nos pusimos esa camiseta. Se trata de una circunstancia en que toca “quemar las naves” por esos valores; y en buena hora”.
A los que compartimos sus convicciones nos toca respetar su memoria, imitar su ejemplo y luchar con su mismo compromiso por el desarrollo y la equidad.
¡Sacudámonos la tristeza y brindemos por Héctor!
* Directora de FIDE.
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