Viernes, 18 de diciembre de 2009 | Hoy
TEATRO › EL TEATRO DEL PUEBLO, DECLARADO “SITIO DE INTERES CULTURAL”
En la ceremonia que oficializó el nuevo estatus de la sala, Roberto Cossa recordó a Leónidas Barletta y señaló la necesidad de que la gente del teatro no deje diluir las iniciativas: “Hay que aprovechar la democracia para hacer más democracia”.
Por Hilda Cabrera
“Estos reconocimientos vienen bien siempre. Como dijo la diputada Gabriela Cerruti en el acto, su iniciativa fue recibida con beneplácito por la Legislatura. No hubo oposición.” El comentario partió del dramaturgo Roberto “Tito” Cossa una vez finalizada la breve ceremonia en la que se declaró al Teatro del Pueblo “Sitio de interés cultural”. Cossa es uno de los dramaturgos que lleva adelante la dirección artística del teatro junto a Marta Degracia, Roberto Perinelli, Héctor Oliboni y Bernardo Carey, todos integrantes de la Fundación Carlos Somigliana (SOMI). La sala –propiedad del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos– sumaba así una nueva distinción a la obtenida tiempo atrás, cuando se realizó un homenaje a la memoria del dramaturgo, actor, director y periodista Leónidas Barletta, quien en 1943 halló en ese espacio lugar para continuar su tarea junto al equipo que había conformado en 1930 tras un periplo en el que afrontó desalojos y prohibiciones. Como observara Cossa en diálogo con Página/12, la historia del teatro merece que se lo cuide. Ubicado en el subsuelo de Diagonal Norte 943 fue reconocido con la colocación de una placa de mármol que probablemente lo preserve de gobiernos y funcionarios indiferentes a la conservación del patrimonio cultural. Un ejemplo actual de indiferencia es El Picadero, espacio casi totalmente destruido del pasaje Enrique Santos Discépolo que fue sede del movimiento Teatro Abierto 1981.
Durante el acto –que contó también con la presencia del diputado Raúl Puy, de la Comisión de Cultura de la Ciudad–, el dramaturgo hizo recuento: “Hace catorce años que nos encargamos de la dirección artística de este teatro, donde se han estrenado ciento setenta obras de autores argentinos de todas las generaciones y todos los estilos. De ese total, nuestras obras (la de quienes conducen la sala) suman catorce. ¿Es razonable, no?”. (Se recuerda que al reinaugurar el teatro, los autores se abstuvieron durante los dos primeros años de presentar sus creaciones.)
La historia teatral de la ciudad da cuenta de inauguraciones, pero también de incendios, cierres y demoliciones. Sobre este punto, Cossa opinó que “en la vuelta a la democracia la gente de teatro se mantuvo aislada, y la euforia que produjo vivir en libertad relegó a un segundo plano los reclamos del sector”. A modo de ejemplo, señaló ciertos comportamientos de los teatristas y algunos descuidos: “¿Por qué no insistimos ante el gobierno del doctor Raúl Alfonsín para que promulgara una ley nacional de teatro acorde a la época? La cultura había sido una de las víctimas de la dictadura, ¿por qué entonces demorar tantos años en sacar una ley nacional que fue promulgada recién en 1997, durante el gobierno de Carlos Menem? No supimos movernos”, insistió. “El crecimiento del teatro independiente que vemos hoy tiene que ver con la creación del Instituto Nacional del Teatro y de Proteatro para los grupos y salas de la ciudad. Esto demuestra que el apoyo institucional es necesario.”
Así es que todavía hoy se piensa que aquella desorganización fue un elemento importante en la pérdida del Teatro Odeón, sala inaugurada en 1891 que había adquirido prestigio internacional y que a pesar de esa fama cayó bajo la piqueta en 1991. Como se sabe, el predio de Esmeralda 367 se convirtió en playa de estacionamiento, aun cuando el Odeón fue declarado Monumento Histórico Nacional por una resolución de 1987 que firmó Jorge Sabato, entonces ministro de Educación.
“Perdimos la sala más bella de Buenos Aires”, sostuvo Cossa, al tiempo que rescató la estrategia del contragolpe como método efectivo para esta época: “Hay que saber esperar el momento adecuado para avanzar; aprovechar la democracia para hacer más democracia”. Sin duda, el reconocimiento al Teatro del Pueblo va en esa dirección, y en este punto, el dramaturgo valoró la tenacidad de Barletta, artífice de una agrupación que nació en 1930, año del golpe militar que derrocó al gobierno de Hipólito Yrigoyen y artista capaz de “reunir a poetas y escritores, gente de teatro y artistas plásticos, y transformar un sótano en espacio de resistencia cultural y debate”.
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