Sábado, 20 de marzo de 2010 | Hoy
TEATRO › POBRE MARIPOSA HERIDA, GARCíA LORCA EN ESCENA
Por Carolina Prieto
Estrenado el año pasado en el marco de los festejos por los 25 años del Centro Cultural Rojas, el espectáculo musical Pobre mariposa herida, de Laura Gutman, regresó al Auditorio del Rojas con una puesta en escena despojada y austera en la que las voces, la guitarra y los monólogos son absolutos protagonistas. Durante poco menos de cuarenta y cinco minutos, la voz exquisita de la soprano Erika Redondo, acompañada por la sutil guitarrista Daiana Taylor, más las actuaciones y el baile de la chilena Daniela Corvalán y de Valentina Armijo Keller, se enlazan sin cortes en una serie de estampas dolorosas y emotivas creadas por el poeta granadino. La alegría, el amor, la seducción, la muerte y la fertilidad son algunos de los tópicos que asoman en las canciones y los textos hilvanados con gran fluidez. Un escenario oscuro, cuatro cuerpos con aires gitanos y largas polleras bastan para que estallen las imágenes pergeñadas por Lorca, inundadas de lunas, soles, campos de trigos, amores contrariados y descendencias.
Miembro del Ensamble Vocal Cámara XXI, Redondo se destaca por una notable musicalidad. Su voz es muy afinada, suena poderosa, maneja una paleta de matices que le permiten jugar, y hace que las canciones musicalizadas por Lorca se disfruten a pleno, en la tradición de los antiguos cupletistas y cantaores. Así, temas como “Zorongo”, “El café de chinitas”, “Las tres hojas”, “Las morillas de Jaén”, “Nana de Sevilla”, “La tarara” y “Anda jaleo” sugieren de inmediato los paisaje soleados de Granada donde suceden estas historias de amores trágicos.
Las actrices asumen un compromiso difícil. ¿Cómo hacer para que los soliloquios de Yerma, Bodas de Sangre, La casa de Bernarda Alba, El maleficio de la mariposa y Poemas del cante jondo conmuevan sin sonar sobreactuados? ¿Cómo expresar emociones violentas y apasionadas sin caer en rigideces? En este sentido, el pasaje de Yerma es el más logrado. Corvalán asume distintos roles, uno detrás del otro, con mucha naturalidad y los cambios no suenan forzados, alcanzando el grado de emoción justa. La mayor dificultad es precisamente ésa: lograr intensidad sin endurecer la expresión al punto de que pierda verosimilitud. Y las intérpretes no siempre logran instalarse en ese punto justo. Por otro lado, el uso del espacio es creativo. Con pocos recursos, las intérpretes sugieren situaciones distintas; algunas al ras del piso, cerca del agua, a punto de parir, o en pleno campo.
Con ajustar el tono de las voces de las actrices que suenan raros en ciertos pasajes y calibrar la intensidad dramática, Pobre mariposa herida (que se puede ver hoy y el próximo sábado a las 20 en el Auditorio del Rojas, Av. Corrientes 2038) se enriquecería mucho, teniendo en cuenta que su apuesta pasa por las interpretaciones, no por la escenografía ni por el vestuario, que son muy simples. La directora es régi-sseur egresada del Instituto de Arte del Teatro Colón y licenciada en Composición Coreográfica en el IUNA. Puso en escena una versión de Las bacantes, de Eurípides; el unipersonal No, no callo, a partir de textos de Lorca, y una selección de fragmentos de la ópera La flauta mágica, de Mozart, para el Concierto de Gala por los 25 años del Rojas.
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