TEATRO › ARáOZ Y LA VERDAD, CON LUIS BRANDONI Y DIEGO PERETTI
La versión escénica de la novela de Eduardo Sacheri hecha por Gabriela Izcovich muestra el inicio de una posible amistad entre un hombre obsesionado con descubrir una verdad nimia y otro que le retacea información.
› Por Hilda Cabrera
Aráoz va camino de uno de esos episodios de la memoria que hunden el pecho; busca una verdad y para hallarla decide viajar a un pequeño pueblo de la Argentina despoblada para encontrarse cara a cara con Perlassi, ex futbolista al que admiró de chico y quien después de una jugada errónea que no se le perdonó –porque llevó al equipo al descenso– desapareció de la escena profesional, refugiándose en el pueblo natal. Así como para los poetas pintores rebeldes “todos los dibujos están en el alfabeto” (la “líricografía” del español Rafael Alberti), para Aráoz el dibujo del fracaso más sentido está simbolizado en aquel nefasto episodio. ¿Qué pasó realmente en ese crucial combate? El tren lo deja en una desolada estación, donde un tal Belaúnde le indica los pasos a seguir. Pero es imposible ver a Perlassi, ocupado en asuntos que se desarrollan en algún desconocido lugar. Sólo Lépori, encargado de una estación de servicio –que, según se dice, es propiedad de Perlassi– contesta a sus preguntas, aunque retacea las respuestas sobre las más comprometedoras. En opinión de este hombre, el futbolista –en otro tiempo “embajador del pueblo” por su celebridad– ha sido el pionero que frenó la decadencia del pueblo gracias a su iniciativa en la instalación de una acopiadora de granos.
Gabriela Izcovich, directora y responsable de esta traslación de la novela de Eduardo Sacheri, resuelve el origen literario del texto encuadrando situaciones: breves escenas en las que estos personajes develan pareceres y frustraciones. Los diálogos –recortados al comienzo y mejor hilados a medida que avanza la acción– se complementan con algún que otro soliloquio, miradas expectantes, cambios de tono y silencios que “dicen” lo que se prefiere callar. Se trata, en conjunto, de postales de una historia colectiva en la que Lépori y Aráoz están inmersos. De ahí que se incorporen tangencialmente cuestiones de la política, como la alusión a José Alfredo Martínez de Hoz (h) –ex ministro de Economía durante la dictadura– y al ex presidente Carlos Menem. Inserciones acordes con los personajes, pues el encargado supone estar hablando con un periodista (así se presenta Aráoz), aun cuando a éste lo único que parece iluminarlo es la posibilidad de entrevistar a Perlassi.
No hay duda de que el interés está centrado en lo sucedido en el último partido oficial de 1971. ¿Se perdió por un craso error o porque el ídolo se vendió al contrario? Aráoz necesita saber algo más sobre aquel descenso que parece relacionar con sus desventuras presentes. En este avance hacia la verdad, el actor Luis Brandoni recrea a su Lépori con el tono pícaro y sentimental que le es propio, y Peretti compone a un Aráoz que arrastra su desconcierto a la manera de un muchacho algo perdido pero dispuesto a dilucidar aquella jugada definitoria.
Es así que, mientras uno intenta acceder a la verdad, el otro escabulle datos y circunstancias. ¿Para qué revolver el asunto del descenso? ¿Hubo jugadores “adornados”? ¿Perlassi estuvo al frente del soborno? ¿Es cierto que ese “guacho” mandó el equipo al descenso? Lépori sigue eludiendo a Aráoz e incluso lo apura: “¿Hasta cuándo te pensás quedar?” En medio de tanta historia, Lépori recuerda al “Tanque” Villar, adicto a la “timba”. Entonces, algunas frases irán abriendo el camino a la verdad: “Me sorprende la capacidad que tiene la gente de hacerse daño” y “A veces, cuesta cara la lealtad”.
Aun entre reticencias de los personajes, el espectador de esta cuidada puesta irá recogiendo datos de una historia en la que Aráoz impresiona como el hombre que va detrás del sueño que no fue pero se transforma en la búsqueda de una verdad que acaso no modifique el presente. A su vez, Lépori se quitará con precaución la coraza y hará confesiones, nunca totales ni definitivas, sellando, acaso sin quererlo, una amistad. Sucede luego de su fervoroso relato de la jugada, escena en la que se luce Brandoni con una actuación clara y determinante, aun para quienes no entienden ni comparten la pasión por el fútbol, aquí símbolo de amistad y pelea de varones, y de fidelidad sólo traicionada por la fidelidad al amigo.
7-ARAOZ Y LA VERDAD
Versión escénica de la novela de Eduardo Sacheri
Elenco: Luis Brandoni, Diego Peretti y David Di Nápoli.
Versión y dirección: Gabriela Izcovich.
Escenografía: Jorge Ferrari.
Iluminación: Eli Sirlin.
Vestuario: Lorena Díaz
Música original y efectos sonoros: Lucas Fridman.
Asistente de dirección: Melania Barreiros.
Producción general: Pablo Kompel.
Lugar: Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660.
Funciones: miércoles y jueves a las 20:45; viernes a las 21; sábado y domingo a las 20 y 22.
Reservas: 5236-3000
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