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Viernes, 14 de enero de 2011

TEATRO › GEORGINA BARBAROSSA Y MIRTA BUSNELLI ESTRENAN EN MULTITEATRO

“La pacatería es universal”

Las dos actrices de extensa trayectoria trabajan juntas por primera vez en El cuento de la mujer del alergista, del norteamericano Charles Busch, en la que dos amigas de la infancia se reencuentran, hecho que revoluciona la vida de una de ellas.

 Por Cecilia Hopkins

Escrita por el norteamericano Charles Busch, El cuento de la mujer del alergista –que sube a escena hoy en Multiteatro bajo la dirección de Alejandra Ciurlanti– cuenta con el atractivo de reunir a dos actrices singulares, Georgina Barbarossa y Mirta Busnelli. Si bien ésta es la primera vez que comparten escenario, ambas se conocían desde hace años, cuando integraban el elenco de Historia de un trepador, la exitosa telenovela de Hugo Moser de 1984. “Nunca tuvimos que hacer una escena las dos juntas”, recuerdan hoy con cierta melancolía, mientras surgen datos de la vida de ambas durante la entrevista con Página/12: si bien sucedió a destiempo, las dos actrices sostienen que haber trabajado con Antonio Gasalla fue una experiencia importantísima en su carrera. Barbarossa relaciona este hecho con el personaje que interpretará en la comedia que están por estrenar. “En esta obra, Lily es un verdadero objeto de deseo y esto es algo que me toca hacer por primera vez. Siempre me creí el patito feo. Fue Antonio Gasalla el primero que me hizo sentir linda y me vistió como a una reina.” Eso sucedió en 1981, cuando la actriz interpretaba junto al cómico el rol de vedette torpe en el de-saparecido teatro Odeón.

Casada con un médico alergista y filántropo (interpretado por Antonio Ugo), Maggie (Busnelli) acaba de sufrir la pérdida de su terapeuta de toda la vida y se encuentra sumida en una profunda crisis existencial. Para colmo de males, su madre octogenaria (María José Gabin) la agobia con sus comentarios y recomendaciones. Por suerte para ella, la llegada de Lily, una amiga de la infancia (Barbarossa), la ayuda a implementar cambios en su vida. Hasta se anima a ampliar el concepto que hasta el momento tenía de la sexualidad. “Estas dos mujeres representan dos formas de pensar y sentir completamente distintas”, analiza Barbarossa. “Creo que la obra es una sátira a una clase media decadente, intelectualosa y aburguesada.”

Ambientada en el Upper West Side de Manhattan, El cuento... fue adaptada por Marta Betoldi, aunque las diferencias con el original no son tantas, ya que el autor pidió expresamente que no se realizaran cambios en el texto. “A mí no me gusta hacer obras que transcurren en Nueva York sino que prefiero hacer autores argentinos”, observa Barbarossa, pero ambas actrices acuerdan en que “la pacatería y la pretenciosidad son algo universal, porque se encuentran en todas partes”.

–¿Cómo es esta amiga que reaparece para transformar el mundo de Maggie?

Georgina Barbarossa: –Es una mujer absolutamente snob, frívola y glamorosa que quiere muchísimo a su amiga, aunque hace años que dejaron de verse.

–¿Qué es lo que la vuelve tan especial?

G. B.: –Que es también una estafadora y, tal vez, una mitómana: conoció a tanta gente importante que no es difícil empezar a desconfiar de ella. Sin embargo, le muestra a Maggie un mundo diferente. Lily es mágica. En realidad no se sabe si existe verdaderamente, si la imagina Maggie o si suceden ambas cosas a la vez.

Mirta Busnelli: –Maggie se encuentra en un estado de depresión profunda, en medio de una crisis de sentido. Vive con un marido que la quiere, pero siente que el ámbito que la rodea no es el propicio. Su madre es un monstruo y ella no tiene elementos como para ponerle límites.

–¿Cuál es su carencia?

M. B.: –Ella ha valorado mucho lo cultural en su vida, pero no tuvo oportunidad de estudiar. Lo hizo por su cuenta, pero de forma errática, leyendo y visitando museos. De todas formas, no está conforme consigo misma, siente que se despista, que no sabe adónde ir y que está en contradicción. Está acomplejada porque sufre su falta de conocimiento.

G. B.: –Lo bueno es que vos lo convertís en un personaje delirante, que siente un sufrimiento visceral que llega a ser muy cómico.

–¿La muerte de su analista profundiza esta crisis?

G. B.: –Eso es muy Woody Allen, está buenísimo en la obra...

M. B.: –Maggie está en un momento de una gran carencia afectiva.

–Y por eso el encuentro con Lily es tan revelador.

M. B.: –Claro, en ese momento de desolación, la alegría que le causa la llegada de Lily es muy grande. Está dispuesta a amarla. Y este encuentro le genera una apertura a un mundo diferente. Hasta en lo sexual.

G. B.: –Cuando yo era chica estaba de moda leer Teorema, de Pasolini. Como en esa novela, Lily es una especie de ángel exterminador que entra en la casa, arrasa con todo y se va. Es un personaje que está en un borde extraño. No es mala, ni buena, ni una estafadora convencional, ni una tilinga.

–¿Por qué creen que el autor pone a Maggie con un médico alergista?

M. B.: –La alergia es un síntoma de algo que no hace sintonía con uno mismo. Y causa problemas en la respiración.

G. B.: –Creo que tiene que ver con la falta de libertad. Lily conoce a tanta gente admirable que le ofrece sacarla de ese lugar de sufrimiento.

–¿Cuáles son las dificultades de esta obra?

M. B.: –La interacción de los personajes es muy difícil. Encontrarle el modo de actuación es lo más complicado. No está en el realismo ni en el grotesco.

G. B.: –Tal vez la madre sea la que se acerca al grotesco. Pero se podría pensar en un realismo mágico.

–Ustedes tienen muchos años de profesión. ¿Creen que cambió el público de teatro?

M. B.: –La proliferación de teatro en el off aportó mucho y también contribuyó a formar un espectador diferente, porque son salas a las que va mucha gente joven. Tiene que ver con que las entradas del circuito comercial son muy caras y también con la diferencia de propuestas.

G. B.: –Aunque, a decir verdad, cuando el teatro es malo, es insoportable en el circuito que sea.

* El cuento de la mujer del alergista podrá verse en Multiteatro, Av. Corrientes 1283, los miércoles y jueves a las 21, los viernes a las 21.30, los sábados a las 20.30 y a las 22.45, y los domingos a las 20.30.

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La obra no es “ni realismo ni grotesco” para Barbarossa y Busnelli.
Imagen: Sandra Cartasso
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