Sábado, 25 de marzo de 2006 | Hoy
TEATRO › “EL ARGENTINO EN WINDOWS”
Rodrigo Cárdenas, autor y protagonista, habla de su obra, sobre la relación con su hermano desaparecido en la ESMA.
Por Emanuel Respighi
Aunque se titula El argentino en Windows, la nueva obra escrita y protagonizada por Rodrigo Cárdenas, que se presenta cada sábado a las 22 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), en realidad debería llamarse El porteño en Windows. Es que la pieza, más que un ensayo sobre la argentinidad, es un pantallazo a la vida de un porteño de ley, cuya existencia está atravesada por la historia argentina reciente: su vida está marcada por la desaparición de su hermano, en manos de la última dictadura militar. “La obra plantea el conflicto que ese hecho generó no sólo en su interior, sino también en su relación con los otros. Porque, además de cargar con esa quita, el tipo sintió toda su vida que su madre lo había abandonado, en su lucha por saber qué fue de su otro hijo”, explica Cárdenas, que protagoniza la pieza junto a Marcela Bea.
Partiendo de diversos recursos para contar la cotidianidad de ese porteño de 45 años (multimedia, títeres, música en vivo y monologuistas invitados), El argentino en Windows es una obra que tiene mucho de autobiográfica, ya que Cárdenas comparte con el protagonista algo más que la edad y su pasión por Racing: en noviembre de 1976, cuando tenía 15 años, el actor fue testigo de cómo un grupo de tareas se llevó de su casa de Villa Urquiza a su hermano Alvaro. Sin embargo, pese a la cercanía de la temática, el actor detalla que al protagonista de la obra no se lo describe como una víctima idealizada. “Quisimos salir de la moral de la víctima. El hecho de ser hermano de un desaparecido no le otorga impunidad absoluta. Es un ser muy poco ético. Me interesó más contar la cotidianidad de un tipo cruzado por ese hecho que redimirlo por su condición. La desaparición de su hermano lo condiciona, pero no determina su existencia”, detalla quien además es autor del ciclo Afectos especiales, que se emite por Canal 7.
La historia de El argentino... está contada en un formato no lineal, la narración pasa de la reconstrucción de la desaparición de su hermano a la relación del protagonista con una mujer y luego a la relación con su madre. ¿Por qué contarlo de esa manera? “La no linealidad del relato –detalla Cárdenas– me recuerda a lo que es la Argentina. Además, sinceramente, esa manera de contar tiene que ver con mi forma de ser. Mi cabeza funciona con un discurso fragmentado. Por otro lado, descansar la obra sobre el proceso de desaparición del hermano era muy dramático. La obra oscila todo el tiempo en discursos fragmentados, casi como nuestra existencia.”
–¿Por qué involucrar su vida personal en la obra?
–Investigué mucho, supe que mi hermano había estado en la ESMA y entonces me surgió la necesidad de contarlo. Mi terapeuta me dijo que en realidad no hice un espectáculo para llevar gente, sino que lo hice porque necesitaba hacerlo.
–Haciendo un repaso por sus espectáculos (El caso RC, El chico bomba, Loser a bordo), usted trabaja bastante con la autorreferencialidad...
–Sí, creo que es el último trabajo que realizo en ese tono. Previamente estuve dando vueltas a muchos materiales y al final me salió hacer esta obra. Quise despegar, pero no pude. De alguna manera, siento la obra como un acto político. Creo que tiene que ver con que se cumplen treinta años del golpe y de la desaparición de mi hermano. A mí me pasa que esas cifras redondas me pegan mucho, me hacen replantear lo vivido con más detenimiento y profundidad.
–¿Y por qué cree que siempre a la hora de escribir no puede escapar a su propia historia?
–Creo que es un defecto. Además, yo creo que soy mucho mejor actor cuando interpreto a un personaje creado por otro que cuando soy el autor. La distancia que tomo con el personaje me libera de un gran peso. Por eso, esa etapa la cierro con El argentino... Creo que esta obra es la síntesis de todas las demás. Ahora me doy cuenta de que cada una de mis obras anteriores fueron los escalones para poder escribir e interpretar una obra como ésta. Esta es la obra que quería hacer, donde está mi mundo: mi hermano, mi vieja, el país y el fútbol. Sólo faltan mis hijos, que no los involucré porque prefiero preservarlos de la histeria/historia de su padre.
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