Sábado, 25 de marzo de 2006 | Hoy
TEATRO › “UN CUARTITO (UN AMBIENTE NACIONAL)”
Inspirado en Gelman y Van Gogh, Diego Starosta sale hoy a escena en el San Martín con una metáfora sobre el país.
Por Hilda Cabrera
Sobre las cuestiones que importan suele no haber respuesta, pero cuando el arte las toma y recrea adquieren especial transparencia. De esa búsqueda nacen obras como Un cuartito (Un ambiente nacional), de Diego Starosta, inspirada en textos del poeta Juan Gelman y del pintor Vincent Van Gogh (su correspondencia reunida en Cartas a Theo). Con escritos propios y acciones desarrolladas a partir de un trabajo de experimentación que fue tomando forma durante su período de becario en la Akademie Schloss Solitude, Starosta creó una singular pieza, donde compone a un Director y un Guía, junto a otros cuatro intérpretes que se multiplican cumpliendo roles de Actor, Rematador y Testigo. La asociación Gelman-Van Gogh no significa “juntar textos”, aclara el artista, también director e iluminador de la puesta que se estrena hoy en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín. Los disparadores han sido –cuenta– el poema Sidney West, de Gelman, y el óleo Mi cuarto en Arlés. Esta pintura se constituye aquí en “metáfora de un espacio de encierro, soledad, autorrefugio y exilio”. Si bien en el inicio la intención no fue enlazar a este trabajo la vida del poeta ni la del pintor, el peso de una y otra existencia acabó incorporándose al montaje: “En un proceso creativo todo se modifica, y allí fue donde la pintura tomó la forma de un recorrido espacial que conducía a la soledad”.
–¿Ese recorrido es facilitado por la original perspectiva aplicada a la pintura?
–En ese cuadro no hay uno sino un montón de puntos de fuga. Van Gogh pinta una habitación que es y no es un lugar cotidiano. La fragmentación del punto de vista es también la de mi mirada sobre la historia argentina, a la que llegué en esta obra después de meterme en la biografía de Gelman, a quien admiro. Su escritura no es panfleto: puede hablar sobre la historia política y la cotidianidad sin perder poesía.
–¿A qué se debe el recuento de hechos políticos y ese final sobre la crisis del 2001?
–Decidí llegar hasta ahí, consciente de que la historia sigue. 2001 fue el estallido de una crisis que empezó mucho antes. Me importó relacionar ese racconto con aspectos esenciales de la condición humana, como la soledad de los antihéroes de pueblitos como Melody Spring mencionados por Gelman. Pueblos con pájaros ...
–¿Lo inspiraron los cuervos pintados por Van Gogh?
–El aporte a la obra no proviene de esos cuervos que sobrevuelan un campo de trigo, sino de las referencias de Gelman en Sidney West. Mi pretensión no es hacer un trabajo sobre Van Gogh sino sobre la construcción de un camino hacia la soledad. En ese aspecto el equivalente del cuartito y su habitante es la Argentina y los argentinos, siempre polarizados o viendo los sucesos desde lejos. En el cuadro, el cuartito está y no está habitado. No aparece la figura humana, pero alguien vive allí. Lo que vemos es colorido y contrastante: no hay grises.
–¿Tampoco en la historia argentina?
–Veamos: Yrigoyen y Perón fueron representación de lo popular, pero, siempre, en algún sentido, mantuvieron un conservadurismo muy atado a la generación anterior a 1930.
–¿Qué pasa hoy con esas polaridades?
–Los argentinos seguimos saltando de un lado a otro sin poder definirnos.
–Se menciona un estado de aborregamiento...
–Esas escenas se basan en la descripción de un cuadro de Van Gogh. Aborregar figuras para formar un todo. Desde un punto de vista social, el tema es generar consenso sin perder individualidad, aceptar las diferencias y la pluralidad. Muchos de los discursos que escuchamos hoy sobre la democracia no son más que fachadas de hipócritas. El sectarismo y la violencia continúan. Nuestra sociedad recibe y emana golpes de Estado. Hay matices y excepciones en ese ida y vuelta, pero me interesó subrayar la falta de responsabilidad colectiva.
–¿Por qué insiste en que ésta es una representación teatral?
–Porque quise reforzar la idea de que se trata realmente de una opinión teatral sobre la historia argentina, y que ésta se construye sobre una continuidad de fragmentaciones y no sobre una línea fragmentada. Esas fragmentaciones son a su vez una ficción.
–¿Qué relaciona también con la pintura?
–El Guía dice: “Es cierto que le doy la espalda a la naturaleza siempre que transformo un cuadro, o al elegir aumentar o simplificar el color; pero en lo relativo a las formas tengo miedo de desviarme de la realidad, de no ser bastante exacto... Y es que el cuadro entero no es una invención mía, al contrario, lo encuentro ya terminado, pero hay que despojarlo de la naturaleza”. Esto es lo que pienso del teatro.
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