Miércoles, 5 de abril de 2006 | Hoy
TEATRO › FANNY MIKEY, ORGANIZADORA DEL FESTIVAL DE BOGOTA
Es actriz y argentina, pero hace diez años se instaló en la capital colombiana y no se fue más.
DESDE BOGOTA
Es argentina, pero se enamoró de Colombia y allí decidió quedarse. Es actriz, pero rápidamente se convirtió en una gran empresaria de la cultura. En el país colombiano ya es un icono del teatro, por su trayectoria y por su trabajo en el desarrollo del campo de las artes escénicas. Hace diez años, sin experiencia alguna, creyó que Bogotá debía convertirse en un centro teatral de referencia mundial y solita y casi sin ayuda ideó el Festival Iberoamericano de Bogotá, hoy el más grande en Latinoamérica. Ella es Fanny Mikey, que sostuvo “un acto de fe en Colombia”, como llamó al primer festival, y hoy recoge los frutos de su apuesta. En la décima versión del FITB, mientras se prepara el ajiaco –una sopa típica colombiana a base de papa, pollo y palta– y el olor invade el salón, a la espera de los comensales, Fanny se acuerda de aquella primera vez, en 1959, en que decidió apostar por Colombia. “Vine a Colombia para quedarme unos meses porque tenía un ‘amado’ que vivía aquí. Con el tiempo rompí con él, pero me enamoré de este país. En los primeros años viví en Cali y junto a Enrique Buenaventura formamos el Teatro Experimental de Cali. Después de siete años volví a Buenos Aires y me quedé un año y medio, pero añoraba Colombia. Regresé y me di cuenta de que yo me sentía muy bien aquí y me instalé, ya en Bogotá. El primer grupo con el que trabajé fue el Teatro Popular de Bogotá.”
–¿Cómo surgió la idea de crear un festival internacional?
–Yo estaba en el ’87 invitada en el Festival Cervantino de México. Y me preguntaba cómo podía ser que las principales ciudades tuvieran festivales y Bogotá no. Se lo comenté a un amigo, Ramiro Osorio, director de la Universidad de México. Le dije: “Me gustaría hacer un festival; si lo hago, ¿me ayudas?”. El pensó que era una broma, pero yo llegué a Bogotá y me puse a maquinar todo. En esa época estaba –y aún lo está– el Festival Internacional de Caracas, cuyo director era Carlos Giménez. Con él nos pusimos de acuerdo para contratar a algunos grupos caros, para que pudieran estar en ambos festivales. Así en el ’88 surgió el primer FITB.
–Ahora que el festival cumple diez años, ¿cuál es su balance?
–Primero, yo no puedo creer en este milagro que es llegar a la décima versión. Segundo, este festival fue creciendo con una gran fuerza: hoy vienen 40 países, más de 60 compañías internacionales y 145 colombianas, entre teatro de sala, callejero, infantil y de títeres. Y eso que tuve que rechazar a países como Lituania, Turquía o Grecia, porque no había más espacio. A mi primer festival lo llamé “un acto de fe en Colombia”. Hoy lo llamo “el mejor teatro del mundo para Colombia y el mejor teatro de Colombia para el mundo”. La gente suele hablar sólo de los espectáculos, pero nosotros programamos una gran cantidad de actividades pedagógicas. El festival creció tanto que se me está yendo de las manos.
De hecho, una iniciativa como la del FITB 2006 requiere un presupuesto de 6 millones de dólares. Su financiación se realiza mediante un sistema mixto: un 25 por ciento se financia con ayuda del Estado, un 30 por ciento con el aporte de patrocinadores. “Y éste es el único festival del mundo que está financiado en un 45 por ciento con la venta de entradas”, explica la creadora. “De las 680 funciones programadas –sigue–, 270 son gratuitas y el resto, pagas. Hay espectáculos que cuestan desde 2 dólares en adelante.”
–Con respecto a la actuación, ¿qué planes tiene? El año pasado ha venido a la Argentina con un espectáculo...
–Sí. Me acabo de enterar de que por ese espectáculo, A Fanny lo que es de Fanny, que también presenté en Nueva York, fui nominada al premio ACE. Pero por ahora sólo puedo pensar en el festival.
Informe: Alina Mazzaferro.
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