Martes, 31 de enero de 2012 | Hoy
TEATRO › MAURICIO DAYUB Y EL éXITO DE TOC TOC, CON DOCE FUNCIONES SEMANALES EN MAR DEL PLATA
El actor, director y autor es también responsable de una sala, por lo que imaginó que protagonizar la puesta de Lía Jelín sólo iba a tomarle unos meses. Pero el suceso de esta historia de personas que padecen Trastorno Obsesivo Compulsivo sigue sorprendiéndolo.
Por Cecilia Hopkins
Obsceno, violento e inoportuno: así caracteriza Mauricio Dayub al personaje que cada noche interpreta en Toc Toc, obra del francés Laurent Baffie que, con la dirección de Lía Jelín, se presenta en el teatro Neptuno de Mar del Plata con un éxito de público pocas veces visto. No obstante la aceptación masiva de la pieza, en el momento de decidir si se sumaba o no al proyecto de Jelín, el texto no fue decisivo para Dayub. Pudo más la idea de permitirse un respiro de las múltiples tareas que le demanda la práctica del teatro independiente, ya que el actor, director y autor es también el principal responsable de la sala Chacarerean Teatre. Con la idea de hacer este paréntesis entonces –una pausa que, por otra parte, él imaginaba de unos pocos meses–, Dayub se integró al elenco que completan María Fiorentino, Daniel Casablanca, Melina Petriella, Eugenia Guerty y Diego Gentile. Lo que no previó fue que la obra le demandaría a su vez una dedicación exclusiva: el éxito de público que logró la pieza durante la temporada pasada –la única en la cartelera porteña con ocho funciones semanales– y los premios recibidos –cuatro ACE, uno de ellos al propio Dayub como mejor actor protagónico– determinaron su traslado a Mar del Plata. “Es un suceso atípico”, afirma el actor a través del teléfono. “Tenemos el privilegio de hacer doce funciones por semana en una sala de mil localidades, por donde pasaron actores muy populares, como Olmedo o Gasalla, algo que para mí era impensable, acostumbrado como estoy al teatro independiente, al teatro de cámara”, se asombra.
Estrenada a comienzos del año pasado, Toc Toc aborda en clave de comedia un tema de estudio científico, el llamado Trastorno Obsesivo-Compulsivo o TOC. Sus personajes, tres hombres y tres mujeres que padecen alguno de los síntomas de esta enfermedad, esperan tener su primera entrevista con el doctor Cooper, afamado médico especialista en el tema. Pero el tiempo pasa y ante la demora del galeno, los pacientes deciden armar un grupo terapéutico de urgencia y confiarse sus desórdenes emocionales, como para amenizar la espera. La obra también es un éxito en México, en la puesta que la misma Jelín estrenó allí en 2010. Ambas versiones fueron escritas por Jorge Schussheim sobre la traducción realizada por el español Julián Quintanillas. Los diversos síntomas que asumen los personajes que padecen esta disfunción, los cuales imponen una rutina ingobernable, son tratados en la puesta desde una perspectiva coral. Además del TOC de la limpieza compulsiva (el personaje que interpreta Guerty) está presente el de “la verificación” (a cargo de Fiorentino), esto es, la obsesión por chequear hasta el cansancio si se llevan encima las llaves, si el gas fue cerrado o si se apagaron todas las luces de la casa antes de salir. Otro de los personajes (interpretado por Casablanca) padece el síndrome del “idiota sabio”, que lo obliga a contabilizar todo lo que encuentra a su paso. Por su parte, Petriella interpreta a un personaje que repite el final de la frase que le escucha pronunciar a su interlocutor, y Gentile, al que no puede dejar que los objetos de su casa no observen un riguroso orden simétrico. Dayub tiene a su cargo el rol protagónico: es Alfredo, el primer paciente que llega al consultorio, un hombre que padece una rara variante del síndrome de Tourette que lo lleva a decir en todo momento toda clase de palabras y frases obscenas.
“Gracias, pero disculpen la letra”, cuenta Dayub que, luego de las primeras funciones, les decía a todos los espectadores que se le acercaban a felicitarlo. Acostumbrado a otro tipo de texto teatral, la retahíla de insultos que debía reproducir cada noche lo incomodaba. Para su sorpresa, el actor no paraba de recibir elogios: “Las señoras mayores, las que uno podría pensar que son más pudorosas, me felicitaban por mi actuación como si hubiesen oído un texto de alta literatura”, sigue asombrándose. “Y haber sido ternado al ACE junto a Alfredo Alcón, actor emblemático de grandes palabras, fue para mí un gran orgullo”, subraya.
–Todavía no tuve la oportunidad de verla (risas). Pero me dicen que mientras dura la obra nadie puede parar de reírse. En Mar del Plata, la gente me dice a la salida que volvería a entrar para verla nuevamente. En la acumulación de las situaciones que propone, se ve que la obra tiene una magia, una efectividad que va más allá del trabajo de dirección o actuación.
–Sí, porque me gusta mucho trabajar en la construcción de roles y me costaba encontrar las razones por las cuales el personaje actúa de ese modo. Tenía que construir una enfermedad teatral. ¿Cómo saber si el comportamiento es exagerado o medido, si responde a la realidad? No es como hacer un borracho, un modelo de personaje tan conocido por todos.
–Tenía mucho pudor al principio. No quería construir un personaje burdo o vulgar. Me parecía que tanta puteada no quedaba bien. Además, como se trata de una enfermedad, investigué mucho y me di cuenta de que sus efectos no entraban en el tono de la comedia, porque tienen el poder de marginar a quien los padece. Me parecía que no estaba bien reírme o hacer reír a otros de una enfermedad.
–Le fui encontrando un modo para que el propio insulto me movilizara el cuerpo. Solamente así pude largar ese texto que desde un principio me parecía obsceno.
Actuar es, para Mauricio Dayub, un desafío a la observación. “Miro por la calle y encuentro una colección de seres increíbles”, cuenta, en plan de explicar de dónde saca material para la composición de roles. Formado en el ámbito del teatro independiente santafesino, Dayub disfruta con la construcción de los personajes que le toca interpretar. Algunos los escribe para darles él mismo carnadura, como en el caso de El amateur o El batacazo, obras de su autoría, y otros los elige por diferentes. Así lo demostró cuando debió interpretar él solo ocho roles en Los cuatro jinetes apocalípticos, de José Pablo Feinmann. De su galería de seres ficcionales, otro personaje singular es Ramos, el que le tocó interpretar en Domingo de Ramos, tercer largometraje de ficción de José Glusman estrenado recientemente. “Dueño de un perro llamado Domingo, es un ser hermético, solitario, que depende de la mirada de los demás, que de la nada hace un universo y logra construirse un mundo propio”, caracteriza el actor. La historia que desarrolla la película comienza un Miércoles de Ceniza en un pueblo, durante un modesto operativo policial. Ahí es cuando se descubre el cuerpo sin vida de una mujer casada con un hombre del poder local. En la reconstrucción del hecho que lleva adelante la policía, son varios los personajes del pueblo (entre ellos Ramos, el personaje de Dayub) que constatan que su mundo cotidiano se ve amenazado. Junto a Dayub, actúan Gabriel Goity, Gigi Rua, Pompeyo Audivert y Héctor Bidonde.
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