TEATRO › BALANCE DEL ENCUENTRO NACIONAL EN VENADO TUERTO
Con una cifra que superó los 25 mil asistentes a las salas donde se desarrolló la programación, la 28ª Fiesta Nacional de Teatro dejó puestas destacables, que forman un nuevo mapa.
› Por Cecilia Hopkins
Teatro-danza, murga, cabaret, clown, teatro de texto: hubo de todo en la 28ª Fiesta Nacional de Teatro, que cerró el domingo en la ciudad santafesina de Venado Tuerto. Ciudad de 80.000 habitantes que acompañó al evento federal con un entusiasmo que asombró a todos, especialmente a los teatristas independientes locales, quienes desde hace décadas trabajan para generar nuevas camadas de espectadores. Promediando la fiesta, las entradas se vendieron en su totalidad, y en muchos casos hubo que agregar funciones. Se calcula, por otra parte, que más de 25.000 personas pasaron por las cuatro salas donde se desarrolló la programación. Una grilla que expuso a las claras que continúan los altibajos en materia de formación y producción que diferencian a las seis regiones en las que se divide el país teatral, lo cual constituye un tema insoslayable de reflexión para que el Instituto Nacional del Teatro, organizador del evento, repiense sus políticas de apoyo a la actividad.
Una de las peculiaridades de este encuentro fueron las versiones libres de textos clásicos. Fue muy bien recibido el montaje representante de Santa Fe de El jardín de los cerezos, de Chéjov, con dirección de Edgardo Dib. Por su parte, resultó polémica para muchos la puesta de La casa de Bernarda Alba, de Lorca, por el grupo santiagueño Tucse, que dirige Luis Lobo, la cual debió hacer tres funciones la misma noche, por demanda de entradas. En clave fragmentaria, y subrayando su carácter experimental, Rojo Carnhe, con dirección de la sanjuanina Natacha Sáez, tomó del Hamlet de Shakespeare algunos personajes, en tanto que de Juan Moreira, un clásico de la literatura nacional, también se conoció una versión muy elogiada, Moreira Delivery, dirigida por Hernán Peña y Pablo Felitti, representando a Rosario. La libre reescritura de los mitos clásicos también fue abordada por dos espectáculos muy aplaudidos: Museo Medea, de Tucumán, con dirección y dramaturgia de Guillermo Katz, y Fedra en Karaoke, festivo montaje unipersonal dirigido por Valeria Folini y Juan Kohner, representantes de Entre Ríos. En registro opuesto, Yo culpable, con dirección de Mónica Leal, representando a Misiones, se inspiró en personajes de la Orestiada de Esquilo.
En cuanto a los autores nacionales abordados, se vio de los consagrados Javier Daulte y Daniel Veronese, Caperucita, un espectáculo feroz (por la provincia de Buenos Aires) y La noche devora a sus hijos (por La Pampa), respectivamente. Pero al igual que en otras ediciones, hubo muchos grupos que tomaron dramaturgias de autores de otras provincias. Tal es el caso de la compañía Ele Te de Chaco, que montó una elogiada puesta de Quienay?, del santafesino Raul Krieg. También los mendocinos de La Oveja Negra, que pusieron Contrainteligencia, del platense Nicolás Allegro, y los catamarqueños de la Escuela Provincial, que eligieron Freak Show, del tucumano Martín Giner. Claro que también hubo creaciones colectivas, como ¿Qué soñará Corbalán?, del grupo tucumano Teatro al Manubrio, o Nuestro Vademecum, obra de Los delincuentes, grupo que dirige en Córdoba Paco Giménez.
Si en los primeros días de la fiesta llamó la atención la espectacularidad de Nao, trabajo de títeres y objetos del grupo salteño La Faranda sobre el primer viaje de Colón, obra que hizo funciones en escuelas y pueblos vecinos, hacia la mitad del encuentro otro espectáculo recibió aceptación unánime, aunque muy especialmente por parte de los espectadores de mayor edad. Fue el caso de Qué me has hecho vida mía, obra representante de la ciudad de Buenos Aires, interpretada por María Merlino, con música en vivo de Joaquín Segade, escrita por Marcelo Pitrola y Diego Lerman. Con dirección de este último, el montaje es un racconto musical de la vida de la actriz Fanny Navarro, con múltiples referencias a historias del primer peronismo. Hacia el final, otros dos representantes de la capital del país fueron elogiados: Llegó la música, del grupo Colectivo Escalada, con dirección de Alberto Ajaka, y El centésimo mono, con dramaturgia y dirección de Osqui Guzmán.
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